miércoles, 24 de abril de 2019

PROVINCIA FRANCISCANA DE LOS XII APÓSTOLES DEL PERU: II DOMINGO DE PASCUA – C (28 de abril del 2019)

PROVINCIA FRANCISCANA DE LOS XII APÓSTOLES DEL PERU: II DOMINGO DE PASCUA – C (28 de abril del 2019): II DOMINGO DE PASCUA – C (28 de abril del 2019) Proclamación del santo evangelio según San Juan 20,19-31: 20:19 Al atardecer de es...

II DOMINGO DE PASCUA – C (28 de abril del 2019)


II DOMINGO DE PASCUA – C (28 de abril del 2019)

Proclamación del santo evangelio según San Juan 20,19-31:

20:19 Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!"
20:20 Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
20:21 Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes".
20:22 Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo.
20:23 Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan".
20:24 Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
20:25 Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!" Él les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré".
20:26 Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!"
20:27 Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe".
20:28 Tomás respondió: "¡Señor mío y Dios mío!"
20:29 Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!".
20:30 Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro.
20:31 Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre. PALABRA DEL SEÑOR.

REFLEXION: Estimados amigos en el Señor Resucitado Paz y Bien.

"¡La paz esté con ustedes!" (Jn 20,29). Es domingo de la misericordia porque el Señor resucitado nunca echó en cara el abandono de sus discípulos en la Cruz, ni siquiera increpo a Pedro que negó conocerle: “No lo conozco, no sé de qué hablas” (Lc 22,60). Jesús el Señor resucitado se olvida de todo y les saluda con ternura: “La paz este con Uds.” (Jn 20,29).

¿Si llevas cuenta de nuestros delitos quien podrá resistir? (Slm 129,2). “El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas” (Slm 144,8). Con estas citas del salmo iniciamos nuestra reflexión porque es el domingo de la misericordia. En efecto, esta semana hemos revivido una serie de encuentros con Palabra de Dios hecha carne (Jn 1,14), el hombre perfecto resucitado de entre los muertos, quien es el centro de la alegría de cada corazón y la plenitud de sus aspiraciones, como nos enseña el Concilio Vaticano II (GS 45). Para culminar esta serie de encuentros con el resucitado (Jn 20,16-18). Tomemos contacto con el evangelio que dimos lectura y que para su mejor comprensión las podemos dividir en tres partes:

1) ¿Qué dones trae el Resucitado para la comunidad? "¡La paz esté con ustedes!... les mostró sus manos y su costado… Reciban el Espíritu Santo… como el Padre me envió así les envío…” (Jn 20,19-23).

2) ¿Cómo pueden llegar a creer en Jesús glorificado? ¿Ver para creer como Tomas o creer para ver como Jesús exhorta al final a Tomas? (Jn 20,24-29) El mismo Señor glorificado conduce a la fe pascual al incrédulo. 

3) ¿Qué pretende suscitar la proclamación del Evangelio, en cuanto anuncio de los signos del Resucitado para las personas y comunidades de todos los tiempos? (Jn 20, 30-31). En estos dos versículos el cuarto evangelio se presenta a Jesús como un camino de fe: “Para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo en su Nombre, tengan Vida y vida eterna”.

Primera parte: Primer encuentro con la comunidad reunida (Jn 20,19-23)
Ese mismo día –el primero de la semana- por la mañana, María Magdalena les había comunicado: “He visto al Señor” (Jn 20,18).  Ahora, al atardecer (Jn 20,19), es el mismo Jesús quien viene donde los discípulos y se deja ver por los once. Jesús los encuentra con la puerta cerrada. Todavía están en el sepulcro del miedo y no están participando de su nueva vida (Jn 20,19). Notemos lo que va sucediendo en la medida en que Jesús se manifiesta en medio de la comunidad:

1) Jesús “Se presentó en medio de ellos” (Jn 20,19): Lo primero que hace Jesús es mostrarles que lo tienen a él, vivo, en medio de ellos, y su presencia los llena de paz y alegría. En un mundo que les infunde miedo, ellos tienen en medio al vencedor del mundo. Recordemos que la última palabra de su enseñanza cuando se despidió de ellos fue: “Les he dicho estas cosas para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulación, pero ¡ánimo!, yo he vencido al mundo” (Jn 16,33); “Ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar” (Jn 16,22).

2) Jesús les da la paz: “Y les dijo: La paz con ustedes” (Jn 20,19): El don primero y fundamental del Resucitado es la paz. Tres veces en este pasaje del evangelio se repite el saludo: “Paz este con Uds.” (Jn 20,19.21.26) Jesús les había prometido esa paz que el mundo no puede dar (Jn 14,27).  Ahora, en el tiempo pascual, cumple su palabra porque está en el Padre y porque ha vencido al mundo (Jn 16,33). Esta victoria de Jesús es el fundamento de la paz que él ofrece. Y, si bien Jesús no pretende eximir a sus discípulos de las aflicciones del mundo (Jn 16,33), ciertamente su intención es darles seguridad, serenidad y confianza en medio de ellas.

3) Jesús les muestra las llagas de sus manos: “Dicho esto, les mostró las manos...” (Jn 20,20): El Resucitado no sólo habla de paz, sino que se legitima delante de sus discípulos, dándole un fundamento sólido a su palabra. Para ello les muestra sus llagas.  Los discípulos aprenden entonces que el que está vivo delante de ellos es el mismo Jesús que murió en la Cruz: el Resucitado es el Crucificado (Jn 12,24). Mostrar las llagas tiene doble connotación en la comunidad: 1) es una expresión de su victoria sobre la muerte; es como si nos dijera: “Mira he vencido”. 2) Es un signo de su inmenso amor, un amor que no retrocedió a la hora de dar la vida por los amigos (Jn 15,13); y es como si nos dijera: “Mira cuánto te he amado, hasta dónde llega mi amor por ti” (I Jn 4,8). El Resucitado estará siempre lleno de esta victoria y de este amor que se nos revela tras la Cruz.  En otras palabras, en el Resucitado permanece para siempre el increíble amor del Crucificado (Jn 14,18).

4) Jesús les muestra la herida del pecho: “...y el costado” (Jn 20,20): Jesús les muestra las llagas de los clavos y también su pecho traspasado por la lanza.  De esa herida había fluido sangre y agua cuando estuvo en la Cruz. Por lo tanto el gesto nos remite a lo que observó el Discípulo Amado cuando estuvo al pie de la Cruz: “Uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua” (Jn 19,33). La herida del costado de Jesús permanece para siempre en el cuerpo del Resucitado como una prueba de que él es la fuente de la verdad y vida (Jn 7,38-39), esa vida nos hace nacer de nuevo en el Espíritu Santo en los sacramentos (Jn 3,5).

5) Los discípulos, finalmente, reaccionan con una inmensa alegría: “Los discípulos se alegraron de ver al Señor” (Jn 20,20). La alegría pascual había sido una promesa de Jesús antes de su muerte: “Estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en gozo... Uds. están tristes ahora, pero volveré a verlos y se alegrará su corazón y su alegría nadie les podrá quitar” (Jn 16,20.22). Así, pues, cuando los discípulos “ven” a Jesús, la promesa se convierte en realidad.  Jesús resucitado es el fundamento indestructible de la paz y la fuente inagotable de la alegría. En fin, el Resucitado viene y se deja ver. Contemplar al Resucitado es experimentar el amor sin límite ni medida del Crucificado, participar de su victoria sobre la muerte y recibir plenamente el don de su vida.  Cuanto más comprendan esto los discípulos, mucho más se llenarán de paz y de alegría.  Jesús Resucitado es el fundamento de la paz y la fuente de la alegría.

La experiencia de vida del Resucitado que lleva a la comunidad a hacer propia la victoria de Jesús sobre la Cruz, tiene enseguida consecuencias: ella es enviada con la misma misión, vida y autoridad de Jesús resucitado. De esta manera Jesús les abre las puertas del sepulcro a los discípulos encerrados por el miedo (estaban también muertos) y los lanza al mundo con una nueva identidad y como portadores de sus dones (Aquí nace el Kerigma apostólico). Veamos:

1) Los discípulos reciben la misma misión de Jesús: “Como el Padre me envió, así también los envío yo” (Jn 20,21). Jesús les transmite la paz a sus discípulos por segunda vez y conecta este don con la misión que les confía. Quien participa de la misión de Jesús, también participa de su destino de Cruz, por eso los misioneros pascuales deben estar arraigados en la paz de Jesús. Jesús envía a sus discípulos al mundo con plena autoridad (“Yo les envío”), así como el Padre lo envió a Él (Jn 17,18).  En la pascua se participa de la vida del Verbo encarnado (Jn 1,14) y una forma concreta de participar de su vida es continuar su misión en el mundo.  Como se ve enseguida, el Espíritu Santo es también el principio creador de la misión.

2) Los discípulos reciben la misma vida de Jesús: “Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Reciban el Espíritu Santo” (Jn 20,22). Los discípulos resucitan a una nueva condición, ahora son apóstoles propiamente dicho. Para que la misión sea posible, los discípulos deben estar revestidos del Espíritu Santo (Mt 22,12).  Cuando Jesús sopla el Espíritu Santo sobre ellos los hace “hombres nuevos” (Jn 3,8).  El mismo Jesús de cuyo costado herido por la lanza brotó el agua que es símbolo del Espíritu Santo (Jn 7,39), él mismo –como en el día de la creación-  infunde en los discípulos el “Ruah”, esto es, el “Soplo vital” de Dios (Jn 20,22). Los discípulos resucitan y pasan propiamente a ser apóstoles de Jesús. El resucitado les da una vida nueva que no pasará nunca, su misma vida de resucitado, esa vida que tiene en común con el Padre. Ahora el temor se acabó y los apóstoles proclaman abiertamente la verdad: “A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su intermedio los milagros, prodigios y signos que todos conocen, a ese hombre que había sido entregado conforme al plan y a la previsión de Dios, ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio de los infieles. Pero Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre él” (Hc 2,22-24).

3) Los discípulos reciben la misma autoridad de Jesús: “A quienes perdonen los pecados les quedan perdonados...” (Jn 20,23). El Resucitado envía a los discípulos con plena autoridad para perdonar pecados (Lc 5,24).  El perdón de los pecados es acción del Espíritu, porque ser perdonado es dejarse crear por Dios. Es así como en la Pascua se realizan plenamente las palabras que Juan Bautista dijo acerca de Jesús: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29).  Quien acoge a Jesús resucitado, experimenta su salvación, sus pecados son perdonados y entra en la comunión con Dios (Jn 5,24). Los discípulos pueden ser rechazados en la misión. En realidad, el rechazo del evangelizador no es un rechazo de él sino de Jesús que fue quien lo envió (Jn 20,21). Y el rechazo de Jesús es el rechazo de su obra pascual, el negarse una vida en paz y alegría, porque el pecado es conflicto interno y tristeza continua (Lc 10,16).  Por eso, cuando hay “obstinación” ante el mensaje pascual de los discípulos, ellos pueden “retener los pecados”, que en realidad es “retener el perdón”. Por tanto, el que se opone a creer en el resucita esta condenado a permanecer en la tumba de la muerte:  “El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios” (Jn 3,18). La comunidad de los seguidores de Jesús queda consagrada para la misión de vida nueva. Por eso la Iglesia es por su naturaleza propia: misionera (Mc 16,15).

Segunda parte: El nacimiento de la fe en el corazón del incrédulo Tomás (Jn 20,24-29)
El apóstol Tomás, ausente en el primer encuentro con el Resucitado, rechaza el testimonio de los otros discípulos (“Hemos visto al Señor”, Jn 20,24), no confía en ellos, porque los considera víctimas de una alucinación colectiva. Él exige ver a Jesús personalmente para constatar que se trata del mismo Jesús que conoció terrenalmente, con las cicatrices de los clavos y la herida de lanza (Jn 20,24-25). Y el Señor acepta el desafío de Tomás. Jesús no rechaza su solicitud sino que, contrariamente a lo que se podría esperar, le concede lo pedido.  Pero si bien mediante el contacto con sus llagas lo conduce a la fe, una fe nunca antes vista, Jesús recalca que la verdadera fe que merece bienaventuranza es de los que creen sin haber visto.

Por propia iniciativa se va hasta donde está Tomás, Jesús le muestra las marcas de su muerte y de su amor: “No seas incrédulo sino creyente”(Jn 20,27), es decir, le hace sentir que lo ama y que al dar la vida por él, Jesús es la fuente de su salvación. Al mostrarle las llagas responde plenamente a la pregunta que Tomás le hizo en el ambiente de la última cena: esas llagas son el camino de la resurrección, la verdad de un Dios que lo ama y lo Salva, y la fuente de la vida nueva.

Tomas reacciona (pasa de la muerte a la vida) con una altísima confesión de fe, como ninguno antes que él: “¡Señor mío y Dios mío!” (Jn 20,28).  Tomás se demoró más que todos los demás para llegar a la fe, pero cuando llegó los sobrepasó a todos. Cuando dice “Señor mío”, Tomás está reconociendo que con su resurrección Jesús ha mostrado que es verdadero Dios, ya que “Señor” es la forma como la Biblia griega lee el nombre de “Yahveh”. Por tanto Jesús es Dios así como Dios Padre: con la resurrección Él ha entrado en la posesión de la gloria divina, la gloria que tenía en el Padre antes de la creación del mundo (Jn 17,5.24). Cuando dice “Mío”, Tomás se somete a su voluntad y se abre a la acción de su mano poderosa.

Esta relación con Jesús, basada en su Señorío, tiene validez porque Jesús es Dios. Por eso lo acepta como “¡Mi Dios!”.  Tomás reconoce a Jesús como el mismo Dios en persona que se acerca a cada hombre en su realidad histórica para salvarlo dándole vida en abundancia.  Para Tomás, todo lo que Jesús obra como Señor, en realidad es lo que Dios obra. En el corazón del discípulo incrédulo se enciende entonces la llama de una fe profunda que supera la de los demás. Tomás comprende que al resucitar de entre los muertos, el Maestro ha demostrado de forma clara y contundente que Él es el Señor Dios, como Yahvéh, soberano de la vida y de la muerte.

3. El evangelio como signo permanente que invita a la fe pascual (Jn 20,30-31). La voz pasa de Jesús a la del evangelista Juan quien dialoga directamente con nosotros. Si leemos estos versículos en conexión con Jn 20,29, notaremos enseguida la continuidad. Jesús pronunció la bienaventuranza del “creer”, pero no dejó claro con base en qué se daría este “creer”.  Ahora Juan nos dice que el “creer” está basado en el “testimonio pascual”, y dicho testimonio llega a nosotros por medio del evangelio escrito y por la predicación de la Iglesia que le da viva voz y la actualiza. Los signos “escritos” (Jn 20,30-31) hacen referencia al itinerario de la fe propio del evangelio de Juan: sus siete signos reveladores transversales, las tres pascuas de Jesús y sobre todo el relato de la Pasión-gloriosa del Maestro. Por esta razón termina diciendo que redactó su evangelio precisamente con este fin: que los lectores de su libro crean que Jesús es el Mesías y el Hijo de Dios (Jn 20,30-31).  La fe en el mesianismo divino de Jesús se alimenta de la meditación de los signos realizados por el Señor, entre los cuales el más estrepitoso consiste en su resurrección de entre los muertos al tercer día (Jn 2,18), precisamente allí donde nos comunicó su misma vida.

Recordemos aquella escena en que Jesús dijo a los judíos: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar… Él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado” (Jn 2,19-22). Los discípulos de Emaús se asombraron y dijeron: “¿Con razón, no nos ardía el corazón cuando Él nos hablaba en el camino y nos explicaba las escrituras?” (Lc 24,32).  San Pablo por su parte dice: “Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de ustedes afirman que los muertos no resucitan? ¡Si no hay resurrección, Cristo no resucitó! Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes… Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados. En consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre… Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección. En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo” (I Cor 15,12-22).

martes, 4 de octubre de 2016

Fiesta de San Francisco de Asis




MISA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
Antífona de entrada

Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en honor
de nuestro santo Padre Francisco; los ángeles se alegran de esta solemnidad
y alaban a una al Hijo de Dios.

Oración colecta

Dios todopoderoso,
que otorgaste a nuestro Padre san Francisco
la gracia de asemejarse a Cristo por la humildad y la pobreza;
concédenos caminar tras sus huellas,
para que podamos seguir a tu Hijo
y entregarnos a ti con amor jubiloso.
Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Eclesiástico 50,1-3. 7.

Este es aquel que en su tiempo se reparó el templo,
en sus días se afianzó el santuario.
En su tiempo cavaron la cisterna
y un pozo de agua abundante.
Protegió a su pueblo del saqueo
y fortificó a la ciudad para el asedio.
Qué majestuoso cuando salía de la tienda
asomando detrás de las cortinas;
como estrella luciente entre nubes,
como luna llena en día de fiesta,
como sol refulgente sobre el templo real,
así brilló él en el templo de Dios.

Salmo responsorial Cfr. Sal. 15,1-2a. 5. 7-8. 11.

V/. El Señor es el lote de mi heredad.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

Me enseñarás el sendero de la vida;
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

SEGUNDA LECTURA

En la cruz el mundo está crucificado para mí
y yo para el mundo

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas 6, 14-18.

Hermanos: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo.

Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino criatura nueva. La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre Israel.

En adelante, que nadie me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo está con vuestro espíritu, hermanos. Amén.

SECUENCIA

Ya estás, Francisco, clavado
sobre la cruz redentora.
Triunfas del mundo y la carne
y es de Cristo tu victoria.
El ideal de tu vida
un mundo nuevo jalona,
y el árbol del evangelio
florece con nuevas rosas.
Una cuerda a tu cintura
ciñe tu pureza. Y brotan
las flores por donde pisas
con tus plantas milagrosas.
La pobreza fue tu dama,
la que era de Cristo esposa.
Viuda del primer marido,
de nuevo tú la desposas.
Y en arras cinco rubíes
tu cuerpo llagado adornan.
Cinco ventanas abiertas
por las que el alma se asoma.
La cruz fue el árbol de vida
que te cobijó a su sombra.
Bajo sus ramas abiertas
tus hijos trabajan y oran.
Padre bueno, Padre santo,
de esta familia que implora
tu espíritu, que da vida,
tus virtudes, que dan gloria.
A los que llevan tu nombredales proseguir tu obra.
La semilla aquí sembrada
dará en el cielo sus rosas.

Aleluya
Aleluya, aleluya.
Francisco, pobre y humilde, entra rico en el cielo y es honrado con himnos celestes.
Aleluya.

EVANGELIO

Has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a la gente sencilla

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 11, 25-30.

En aquel tiempo, Jesús exclamó:
-Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido
estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla.
Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y
nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo
y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré.
Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón,
y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga
ligera. PALABRA DEL SEÑOR.

Oración de los fieles

En este gozoso día de fiesta en el que el Señor exaltó a su humilde
siervo Francisco, presentemos con confianza nuestras súplicas y plegarias a
Dios Padre todopoderoso que escucha las oraciones de los humildes.

-Por la santa Iglesia: para que se renueve sin cesar y, guiada
paternalmente por nuestro Papa N. y nuestro Obispo N., anuncie fielmente el
Evangelio a los hombres de hoy.
Roguemos al Señor.
-Por la familia franciscana: para que, siguiendo el ejemplo del Padre
Francisco, sepamos ser humildes y sencillos testigos de Jesucristo, y llevemos
al mundo de hoy el mensaje de paz y bien.
Roguemos al Señor.
-Por todos los pueblos del mundo: para que cesen la violencia, el odioy la guerra, y la paz y la fraternidad universal anunciadas por Francisco
lleguen a todos los hombres.
Roguemos al Señor.
-Por los que sufren en el cuerpo o en el espíritu: para que encuentren
el consuelo y el remedio a sus males y la paz del corazón.
Roguemos al Señor.
-Por los que estamos celebrando esta solemnidad: para que seamos humildes, sencillos y puros, amemos fraternalmente a todos los hombres y a todas las criaturas del universo y, a través de nosotros, siga presente en el mundo de hoy el espíritu de Francisco de Asís. Roguemos al Señor.

Altísimo, omnipotente, buen Señor, escucha la voz suplicante de tus hijos, y, pues prestas oídos a los gritos de los humildes, que podamos obtener de tu bondad los beneficios que hemos pedido. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Oración sobre las ofrendas

Al presentarte, Señor, nuestras ofrendas,
te rogamos nos dispongas
para celebrar dignamente el misterio de la cruz,
al que se consagró nuestro Padre san Francisco
con el corazón abrasado en tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

V/. El Señor esté con vosotros.

V/. Levantemos el corazón.

V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

En verdad es justo y necesario
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios Todopoderoso y eterno.

Porque has llamado
a la más alta perfección evangélica
a tu siervo Francisco
por el camino de la verdadera pobreza y humildad.Encendido en el fuego de tu amor,
te bendijo en la contemplación
de las obras de tus manos
con cantos de júbilo y alegría.

Marcado con las llagas de Cristo,
nos mostraste en él
la imagen de Jesucristo crucificado, Señor nuestro.
Por él los ángeles y los arcángeles
y todos los coros celestiales
celebran tu gloria unidos en común alegría.
Permítenos asociarnos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

Antífona de comunión 1 Pe 4,13

Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.

Oración después de la comunión

Por este sacramento que hemos recibido,
concédenos, Señor, imitar a nuestro Padre san Francisco
en su caridad y en su celo apostólico,
para que gustemos los frutos de tu amor
y nos entreguemos a la salvación de nuestros hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor.



Bendición solemne

El Señor os bendiga y os guarde.
Amén.

Haga brillar su rostro sobre vosotros y os conceda su favor.
Amén.
Vuelva su mirada a vosotros y os conceda la paz.
Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros. Amén.





NOTA: UN SALUDO FRANCISCANO DE PAZ Y BIEN A TODA LA FAMILIA FRANCISCANA EN EL MUNDO. DE PARTE DE TUS HERMANOS DE LA PROVINCIA FRANCISCANA DE LOS XII APOSTO LES DEL PERÚ.




martes, 20 de septiembre de 2016

NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASIS


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PROGRAMA DE NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASIS (1181-1226)

“En adelante que nadie me venga con molestias porque yo llevo en mi cuerpo las huellas de Jesús crucificado” (Gal 6,17). San Francisco de Asís, el Hermano Universal estaba clavado en cuerpo y alma a la cruz, juntamente con Cristo y por ello ardía en su ser en llama de amor seráfico para Dios y  estaba devorado por la sed de hacer el bien a los hijos de Dios, sus hermanos (Buenaventura, Leyenda Mayor, Cap. 14.1). Desde el encuentro con el leproso, encuentro con Cristo crucificado hasta la coronación con las llagas de Cristo crucificado, el Pobrecillo de Asís es lo que San pablo describe: “Renuévense en la mente y en el espíritu y revístanse de la nueva condición para ser hombres nuevos” (Ef 4,23). Tal es así, que el Pobrecillo de Asís clama hoy en sus hijos: “Vivo yo pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mi” (Gal 2,20). Y Porque: “Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de sabiduría, nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres” (I Cor 1,22-25).

25 DE SETIEMBRE (Día Primero)

TEMA: SAN FRANCISCO DESCUBRE VIDA NUEVA EN EL EVANGELIO

ORACIÓN COLECTA:

Oh Señor, Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y verdadero mandamiento. Por Jesucristo tu hijo amado, El que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos, amén.

I LECTURA: Vida I de Tomas de Celano, IX,22:

Cuando acabó de reparar la iglesia de Santa María de la Porciúncula, se encontraba ya en el tercer año de su conversión. En este período de su vida vestía un hábito como de ermitaño, sujeto con una correa; llevaba un bastón en la mano, y los pies calzados.

Pero cierto día se leía en esta iglesia el evangelio que narra cómo el Señor había enviado a sus discípulos a predicar; presente allí el santo de Dios, no comprendió perfectamente las palabras evangélicas; terminada la misa, pidió humildemente al sacerdote que le explicase el evangelio. Como el sacerdote le fuese explicando todo ordenadamente, al oír Francisco que los discípulos de Cristo no debían poseer ni oro, ni plata, ni dinero; ni llevar para el camino alforja, ni bolsa, ni pan, ni bastón; ni tener calzado, ni dos túnicas, sino predicar el reino de Dios y la penitencia, al instante, saltando de gozo, lleno del Espíritu del Señor, exclamó: «Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo del corazón anhelo poner en práctica (vivir el santo evangelio)».

Rebosando de alegría, se apresura inmediatamente el santo Padre a cumplir la doctrina saludable que acaba de escuchar; no admite dilación alguna en comenzar a cumplir con devoción lo que ha oído. Al punto desata el calzado de sus pies, echa por tierra el bastón y, gozoso con una túnica, se pone una cuerda en lugar de la correa. Desde este momento se prepara una túnica en forma de cruz para expulsar todas las ilusiones diabólicas; se la prepara muy áspera, para crucificar la carne con sus vicios y pecados; se la prepara, en fin, pobrísima y burda, tal que el mundo nunca pueda ambicionarla. Todo lo demás que había escuchado se esfuerza en realizarlo con la mayor diligencia y con suma reverencia. Pues nunca fue oyente sordo del Evangelio sino que, confiando a su feliz memoria cuanto oía, procuraba cumplirlo a la letra sin tardanza.

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 10,5-16

En aquel tiempo, Jesús envió a los doce con las siguientes instrucciones: «No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento.

Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes. Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.

Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. PALABRA DEL SEÑOR.

PETICIONES:

Hermanos, unamos nuestras oraciones y las de la Iglesia a las de todos los hombres de buena voluntad para pedirle al Padre, sumo y glorioso Dios que la salvación se extienda sobre toda su creación.

-Para que la Iglesia, el único rebaño querido por Dios, el buen Pastor permanezca siempre fiel a su tarea misionera y aparezca ante el mundo como signo de unidad, de la paz y el bien. R/.

-Para que las naciones busquen guiados por sus autoridades y obtengan la justicia, la paz, el desarrollo querido por Dios en base a la práctica de los valores de la misericordia, la caridad y el perdón. R/.

-Para que cada bautizado ponga de manifiesto y con perseverancia la acción evangelizadora mediante el y testimonio de su vidas promoviendo una fraternidad universal. R/.

-Para que todas las comunidades cristianas en el mundo, por la vivencia plena del evangelio sean testimonio de fe y conversión  para todo los hombres. R/.

-Para que la familia franciscana en el mundo sea fiel testimonio del santo evangelio tan anhelado, querido y vivido por Nuestro seráfico padre San Francisco de asís, testimonio que incluso se extienda hacia toda la creación para vernos como hermanos menores del hermano sol y la hermana luna. R/.

26 DE SETIEMBRE (Día Segundo)

TEMA: SAN FRANCISCO Y EL MISTERIO DE LA TRINIDAD

ORACIÓN COLECTA:

Tú eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas. Tú eres fuerte, tú eres grande, tú eres altísimo, tú eres rey omnipotente, tú, Padre santo, rey del cielo y de la tierra. Tú eres trino y uno, Señor Dios de dioses, tú eres el bien, todo el bien, el sumo bien, Señor Dios vivo y verdadero. Tú eres amor, caridad; tú eres sabiduría, tú eres humildad, tú eres paciencia, tú eres belleza, tú eres mansedumbre, tú eres seguridad, tú eres quietud, tú eres gozo, tú eres nuestra esperanza y alegría, tú eres justicia, tú eres templanza, tú eres toda nuestra riqueza a satisfacción. Tú eres belleza, tú eres mansedumbre; tú eres protector, tú eres custodio y defensor nuestro; tú eres fortaleza, tú eres refrigerio. Tú eres esperanza nuestra, tú eres fe nuestra, tú eres caridad nuestra, tú eres toda dulzura nuestra, tú eres vida eterna nuestra: Grande y admirable Señor, Dios omnipotente, misericordioso Salvador. Amén

I LECTURA: De los escritos de San Francisco Carta a los fieles 1,1-19

¡En el nombre del Señor!: Todos los que aman al Señor con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, con todas las fuerzas, y aman a sus prójimos como a sí mismos (Mt 22,37.39; Mc 12,30), y odian a sus cuerpos con sus vicios y pecados, y reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, y hacen frutos dignos de penitencia: ¡Oh cuán bienaventurados y benditos son ellos y ellas, mientras hacen tales cosas y en tales cosas perseveran!, porque descansará sobre ellos el espíritu del Señor (Is 11,2) y hará en ellos habitación y morada (Jn 14,23), y son hijos del Padre celestial (Mt 5,45), cuyas obras hacen, y son esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo (Mt 12,50). Somos esposos cuando, por el Espíritu Santo, el alma fiel se une a nuestro Señor Jesucristo. Somos para él hermanos cuando hacemos la voluntad del Padre que está en los cielos (Mt 12,50); madres, cuando lo llevamos en nuestro corazón y en nuestro cuerpo (1 Cor 6,20), por el amor divino y por una conciencia pura y sincera; y lo damos a luz por medio de obras santas, que deben iluminar a los otros como ejemplo (Mt 5,16). ¡Oh cuán glorioso, santo y grande es tener un Padre en los cielos! ¡Oh cuán santo, consolador, bello y admirable, tener un tal esposo! ¡Oh cuán santo y cuán amado, placentero, humilde, pacífico, dulce, amable y sobre todas las cosas deseable, tener un tal hermano y un tal hijo: Nuestro Señor Jesucristo!, quien dio la vida por sus ovejas (Jn 10,15) y oró al Padre diciendo:

Padre santo, guarda en tu nombre a los que me has dado en el mundo; tuyos eran y tú me los has dado (Jn 17,11 y 6). Y las palabras que tú me diste, se las he dado a ellos, y ellos las han recibido y han creído de verdad que salí de ti, y han conocido que tú me has enviado (Jn 17,8). Ruego por ellos y no por el mundo (Jn 17,9). Bendícelos y santifícalos, y por ellos me santificó a mí mismo (Jn 17,17.19). No ruego sólo por ellos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, han de creer en mí (Jn 17,20), para que sean santificados en la unidad (Jn 17,23), como nosotros (Jn 17,11). Y quiero, Padre, que, donde yo esté, estén también ellos conmigo, para que vean mi gloria (Jn 17,24) en tu reino (Mt 20,21). Amén. EN ALABANZA DE CRISTO Y SU SIERVO FRANCISCO, AMEN.

EVANGELIO SEGÙN SAN JUAN 14,6-7.11-20

En aquel tiempo Jesús contestó a sus discípulos: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, también conocerán al Padre. Pero ya lo conocen y lo han visto.» Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanme en esto, o si no, créanlo por las obras mismas. En verdad les digo: El que crea en mí, hará las mismas obras que yo hago y, como ahora voy al Padre, las hará aún mayores. Todo lo que pidan en mi Nombre lo haré, de manera que el Padre sea glorificado en su Hijo. Y también haré lo que me pidan invocando mi Nombre. Si ustedes me aman, guardarán mis mandamientos, y yo rogaré al Padre y les dará otro Protector que permanecerá siempre con ustedes, el Espíritu de Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes lo conocen, porque está con ustedes y permanecerá en ustedes. No los dejaré huérfanos, sino que volveré a ustedes. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes me verán, porque yo vivo y ustedes también vivirán. Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre y ustedes están en mí y yo en ustedes. PALABRA DEL SEÑOR.

PETICIONES:

Dios, Padre todopoderoso, que has enviado al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación para revelar a los hombres tu admirable misterio de la trinidad santa y concédenos aquello que tú sabes nos conviene:

-Padre santo, a nosotros, que no sabemos pedir lo que nos conviene, dígnate darnos el Espíritu Santo, para que venga en ayuda de nuestra debilidad e interceda por nosotros según tú. R/.

-Hijo de Dios, que pediste al Padre que diera a tu Iglesia el Defensor, haz que el Espíritu de la verdad esté siempre con nosotros. R/.

-Ven, Espíritu Santo, y comunícanos tus frutos: el amor, la alegría, la paz, la comprensión, la servicialidad, la bondad, la lealtad, la amabilidad, el dominio de sí, la sobriedad, la castidad. R/.

-Padre todopoderoso, que enviaste a nuestros corazones el Espíritu de tu Hijo, que clama: «¡Abba, Padre!», haz que nos dejemos llevar por el Espíritu, para que seamos herederos tuyos y coherederos con Cristo. R/.

-Cristo, que enviaste el Defensor, que procede del Padre, para que diera testimonio de ti, haz que también nosotros demos testimonio de ti ante los hombres. R/.


27 DE SETIEMBRE (Día Tercero)

TEMA: SAN FRANCISCO HOMBRE DE ORACIÓN

ORACIÓN COLECTA:

Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, todo bien, sumo bien, total bien, que eres el solo bueno, a ti te ofrecemos toda alabanza, toda gloria, toda gracia, todo honor, toda bendición y todos los bienes. Y toda criatura que hay en el cielo y sobre la tierra, y las que hay debajo de la tierra y del mar, y las que hay en él, te alabamos y ensalzamos a ti, Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio y ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

I LECTURA: De los escritos de San Francisco. Vida II de Tomas de Celano 94-95.

El varón de Dios Francisco, ausente del Señor en el cuerpo, se esforzaba por estar presente en el espíritu en el cielo; y al que se había hecho ya conciudadano de los ángeles, le separaba sólo el muro de la carne. Con toda el alma anhelaba con ansia a su Cristo; a éste se consagraba todo él, no sólo en el corazón, sino en el cuerpo. Como testigos presenciales (8) y en cuanto es posible comunicar esto a los humanos, relatamos las maravillas de su oración, para que las imiten los que han de venir. Convertía todo su tiempo en ocio santo, para que la sabiduría le fuera penetrando en el alma, pareciéndole retroceder si no veía que adelantaba a cada paso. Si sobrevenían visitas de seglares u otros quehaceres, corría de nuevo al recogimiento, interrumpiéndolos sin esperar a que terminasen (9). El mundo ya no tenía goces para él, sustentado con las dulzuras del cielo; y los placeres de Dios lo habían hecho demasiado delicado para gozar con los groseros placeres de los hombres.

Buscaba siempre lugares escondidos, donde no sólo en el espíritu, sino en cada uno de los miembros, pudiera adherirse por entero a Dios. Cuando, estando en público, se sentía de pronto afectado por visitas del Señor, para no estar ni entonces fuera de la celda hacía de su manto una celdilla; a veces -cuando no llevaba el manto- cubría la cara con la manga para no poner de manifiesto el maná escondido. Siempre encontraba manera de ocultarse a la mirada de los presentes, para que no se dieran cuenta de los toques del Esposo, hasta el punto de orar entre muchos sin que lo advirtieran en la estrechez de la nave. En fin, cuando no podía hacer nada de esto, hacía de su corazón un templo. Enajenado, desaparecía todo carraspeo, todo gemido; absorto en Dios, toda señal de disnea, todo visaje (LM 10,4).

Esto en casa. Pero, cuando oraba en selvas y soledades, llenaba de gemidos los bosques, bañaba el suelo en lágrimas, se golpeaba el pecho con la mano, y allí -como quien ha encontrado un santuario más recóndito (2 Cel 52)- hablaba muchas veces con su Señor. Allí respondía al Juez, oraba al Padre, conversaba con el Amigo, se deleitaba con el Esposo. Y, en efecto, para convertir en formas múltiples de holocausto las intimidades todas más ricas de su corazón, reducía a suma simplicidad lo que a los ojos se presentaba múltiple. Rumiaba muchas veces en su interior sin mover los labios, e, interiorizando todo lo externo, elevaba su espíritu a los cielos. Así, hecho todo él no ya sólo orante, sino oración, enderezaba todo en él -mirada interior y afectos- hacia lo único que buscaba en el Señor.

Y ¿acertarías tú a imaginar de cuánta dulzura estaba transido quien así estaba habituado? Él sí lo supo; yo no sé otra cosa si no es admirar. Lo sabrá el que lo experimenta; no se les da el saber a los inexpertos. Inflamado así el espíritu que bullía de fervor, bien sea en su aspecto exterior, bien en su alma toda entera derretida, moraba ya en la suprema asamblea del reino celeste.

El bienaventurado Padre no desatendía por negligencia ninguna visita del Espíritu; si se le ofrecía, respondía al regalo y saboreaba la dulzura así puesta delante por todo el tiempo que permitía el Señor. Aun cuando le apremiase algún asunto o se encontrase de viaje, al notar en lo profundo de grado en grado ciertos toques de la gracia, gustaba aquel maná dulcísimo reiterada y frecuentemente. Y en efecto: hasta de camino, dejando que se adelantasen los compañeros, se detenía él, y, quedándose a saborear la nueva iluminación, no recibía en vano la gracia. EN ALABANZAS A CRISTO Y SU SIERVO FRANCISCO.

EVANGELIO: SEGÚN SAN MATEO 6,5-13

En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: Cuando ustedes recen, no imiten a los que dan espectáculo; les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio. Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. Cuando pidan a Dios, no imiten a los paganos con sus letanías interminables: ellos creen que un bombardeo de palabras hará que se los oiga. No hagan como ellos, pues antes de que ustedes pidan, su Padre ya sabe lo que necesitan. Ustedes, pues, recen así: Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. Danos hoy el pan que nos corresponde; y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.

PETICIONES:

Invoquemos, hermanos, a Jesús, que es manso y humilde de corazón, y pidámosle:

-Jesús, en quien habita toda la plenitud de la divinidad y el amor de Dios, haz que participemos del mismo ser de Dios amándonos como tú amaste. R/.

-Jesús, en quien están encerrados todos los tesoros del saber y el conocer, haznos conocer, mediante la Iglesia, la multiforme sabiduría de Dios. R/.
-Jesús, Hijo amado y predilecto del Padre, haz que escuchemos siempre tus palabras con un corazón indiviso y humildad. R/.

-Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido la luz del saber, danos con abundancia la gracia y la verdad del Padre. R/.

-Jesús, fuente de vida y santidad tu nos has dicho ámense unos a otros como tú nos amaste, haznos santos e irreprochables por el amor unos a otros. R/.

28 DE SETIEMBRE (Día Cuarto)

TEMA: SAN FRANCISCO Y LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÌA

ORACIÓN COLECTA:

Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres virgen hecha iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien. Salve, palacio suyo; salve, tabernáculo suyo; salve, casa suya. Salve, vestidura suya; salve, esclava suya; salve, Madre suya y todas vosotras, santas virtudes, que sois infundidas por la gracia e iluminación del Espíritu Santo en los corazones de los fieles, para que de infieles seamos fieles a Dios, por Jesucristo tu hijo que vive y reina contigo en unidad del Espíritu santo, Amen.

I LECTURA: Vida segunda de Tomás de Celano 24; Leyenda Mayor II

La Orden franciscana siempre ha tenido unos lazos muy especiales con la bienaventurada Virgen María, hasta el punto de ser contado entre las órdenes marianas surgidas en la Edad Media. Origen de estos lazos profundos es la experiencia espiritual de Francisco, quien: "rodeaba de amor indecible a la Madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad. En su honor cantaba alabanzas especiales, le dirigía oraciones y le ofrecía afectos tantos y tales que ninguna lengua humana puede expresar. Mas, lo que más nos llena de gozo, es que la constituyó Abogada de la Orden y puso bajo sus alas a los hijos que estaba para dejar, para que encontrasen en ella calor y protección, hasta el final" (2Cel., 198).

La profunda devoción y piedad mariana del Santo de Asís es evidente desde la época de su conversión: Bernardo de Quintavalle, que lo hospedó algunas veces en su casa, observando su comportamiento, "lo veía pasar las noches en oración, durmiendo poquísimo y alabando al Señor y a la gloriosa Virgen su Madre, y pensaba, lleno de admiración: 'Realmente, este hombre es un hombre de Dios" (2Cel., 24).

Su amor especial por la Madre del Señor se manifiesta también en la elección de residir en la Porciúncula, "una iglesita dedicada a la santísima Virgen: una construcción antigua, pero entonces del todo descuidada y abandonada. Cuando el hombre de Dios la vió tan abandonada, empujado por su fervorosa devoción por la Reina del mundo, puso allí su morada, con intención de repararla. Allí gozaba a menudo de la visita de los Ángeles, como parecía indicar el nombre de la iglesia misma, llamada desde antiguo Santa María de los Ángeles. Por eso la eligió como residencia, por su veneración por los ángeles y su especial amor por la Madre de Cristo" (L.Mayor, II,8).

Francisco amaba de manera particular aquel lugar, lo amaba "más que todos los demás lugares del mundo. Aquí, en efecto, conoció la humildad de los comienzos, aquí progresó en las virtudes, aquí alcanzó felizmente la meta. En el momento de la muerte recomendó este lugar a los frailes, como el más querido de la Virgen", "porque quería que la Orden de los Menores creciera y se desarrollara, bajo la protección de la Madre de Dios, allí donde, por méritos de ella, había tenido su origen" (L.Mayor, III,5).

EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1,39-50

En aquel tiempo, María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: «¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!» María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me dirán feliz. El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre!  Muestra su misericordia siglo tras siglo a todos aquellos que viven en su presencia…”

Acudamos al Señor y pidámosle que, por intercesión de santa María, Madre y Reina del colegio apostólico, atienda las suplicas que le dirigimos en nuestras necesidades.

PETICIONES:
- Para que nuestro obispo N., y sus presbíteros y diáconos, sean para nosotros fermento de vida cristiana y con su ejemplo y su oración asidua acrecienten la caridad evangélica de nuestro pueblo. Roguemos al Señor.

· Para que por la poderosa intercesión de santa María Virgen, Dios guarde de todo mal a las religiosas y religiosos que sirven al Reino de Dios en nuestra diócesis. Roguemos al Señor.

· Para que todos los que colaboramos en las tareas pastorales y evangelizadoras de la Iglesia tengamos en María a la fuente de nuestra comunión, y vivamos nuestras acciones y carismas testimoniando la fraternidad de la iglesia. Roguemos al Señor.

· Para que quienes se sienten tentados por la soberbia, la ambición o la sensualidad, pongan sus ojos en María y, ayudados por su intercesión, venzan sus tentaciones. Roguemos al Señor.

· Para que todos nosotros, por intercesión de la Virgen fidelísima, perseveremos en el bien hasta la muerte. Roguemos al Señor.

Oh, Dios, que quisiste que la Madre de tu Hijo fuese también la Madre de tus apóstoles, concede a nuestros pastores fidelidad a su misión evangelizadora y a todos nosotros concédenos que confiando en la ayuda poderosa de Nuestra Señora, avancemos con fortaleza por los caminos de la salvación. Por Cristo nuestro Señor.

29 DE SETIEMBRE (Día Quinto)

TEMA: SAN FRANCISCO Y LA IGLESIA

ORACIÓN COLECTA:

Santo, santo, santo Señor Dios omnipotente, el que es, y el que era, y el que ha de venir. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Digno eres, Señor Dios nuestro, de recibir la alabanza, la gloria, el honor y la bendición. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Digno es el cordero que ha sido degollado de recibir el poderío, y la divinidad, y la sabiduría, y la fuerza; y el honor, y la gloria, y la bendición. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Amén.

I LECTURA: De los escritos de San Francisco Leyenda de los Tres Compañeros 57

Dos veces al año celebraban capítulo en Santa María de la Porciúncula: Después de haber obtenido este lugar de Santa María del referido abad, dispuso el bienaventurado Francisco que se celebrara allí capítulo dos veces al año, a saber, en Pentecostés y en la Dedicación de San Miguel. En Pentecostés se reunían todos los hermanos en Santa María y trataban de cómo observar con mayor perfección la Regla, y destinaban hermanos a diversas provincias para que predicaran al pueblo y para que, a su vez, colocaran a otros hermanos en sus provincias. San Francisco amonestaba, reprendía y daba órdenes, como mejor le parecía según el beneplácito divino. Cuanto decía de palabra, lo manifestaba en sus obras con afecto y solicitud. Veneraba a los prelados y sacerdotes de la santa Iglesia y honraba a los ancianos, nobles y ricos; también a los pobres los amaba de lo íntimo de su corazón y se compadecía de ellos entrañablemente. De todos se mostraba súbdito. A pesar de ser el hermano de puesto más alto, nombraba, sin embargo, a uno de los hermanos con quienes vivía por su guardián y señor, y a él obedecía humilde y devotamente para evitar toda ocasión de soberbia. Y entre los hombres, humillaba su cabeza hasta la tierra, a fin de merecer ser exaltado algún día ante la mirada divina entre los santos y elegidos de Dios.

Exhortaba con solicitud a los hermanos a que guardaran fielmente el santo Evangelio y la Regla que habían prometido. Y, sobre todo, a que tuvieran gran reverencia y devoción a los divinos oficios y ordenaciones eclesiásticas, oyendo devotamente la misa y adorando con rendida devoción el cuerpo del Señor. Quería también que los sacerdotes que administran los sacramentos venerandos y augustos fueran singularmente honrados por los hermanos, de suerte que donde los encontraran les hicieran inclinación de cabeza y les besaran las manos; y si los encontraban cabalgando, deseaba que no sólo les besaran las manos, sino hasta los cascos de los caballos sobre los que cabalgaban, por reverencia a sus poderes.

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 16,13-20

En aquel tiempo, Jesús se fue a la región de Cesarea de Filipo. Estando allí, preguntó a sus discípulos: «Según el parecer de la gente, ¿quién soy yo? ¿Quién es el Hijo del Hombre?» Respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros que eres Elías, o bien Jeremías o alguno de los profetas.» Jesús les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro contestó: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.» Jesús le replicó: «Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos. Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.» Entonces Jesús les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

PETICIONES:

-Para que Nuestro Señor Jesucristo derrame sobre su Iglesia muchas bendiciones, y nos ayude a que sigamos dando EJEMPLO de humildad y servicio. R/.

-Para que nuestro Señor Jesucristo bendiga e ilumine al Papa Francisco, en el trabajo  pastoral para que Pueda SEGUIR guiando al pueblo de Dios.R/.

-Por todos Los Obispos, Sacerdotes y diáconos en especial por los hijos de san francisco de Asís, para que Nuestro Señor Jesucristo los bendiga e ilumine en la misión del trabajo pastoral. R/.

-Por toda la familia franciscana, tanto de la I Orden, II Orden y III orden para que Nuestro Señor Jesucristo los bendiga y los PROTEJA y les ilumine para que sigan ayudando y guiando hacia el Padre Que es fuente de amor. R/.

-Para que reine la paz y el amor en todo el mundo, y podamos Vivir en fraternidad, y dejar de lado todo  lo que atente contra la convivencia como hermanos entre todos. R/.

30 DE SETIEMBRE (Día Sexto)

TEMA: SAN FRANCISCO Y LA VIDA FRATERNA

ORACIÓN COLECTA:

Oh amadísimos hermanos, grandes cosas hemos prometido, mayores nos están prometidas; guardemos éstas, suspiremos por aquéllas. El deleite es breve; la pena, perpetua; el padecimiento, poco; la gloria, infinita. De muchos la vocación, de pocos la elección, de todos la retribución que corresponde a la voluntad de él, quien vive y reina por los siglos de los siglos. Amen.

I LECTURA: De los escritos de San Francisco Leyenda de los Tres Compañeros 41-42

Cuando se vio que los hermanos se alegraban en sus tribulaciones; que se dedicaban diligente y devotamente a la oración; que no recibían dinero ni lo llevaban; que se querían mutuamente con inmenso amor -señal por la que se daban a conocer como verdaderos discípulos del Señor-, muchos venían a ellos cordialmente compungidos por las ofensas que les habían inferido y les pedían perdón. Ellos los perdonaban de corazón, diciéndoles: «El Señor os perdone»; y les daban oportunos consejos en orden a la salvación.

Algunos pedían que los admitieran en su compañía; como, por la escasez de hermanos, tenían facultad del bienaventurado Francisco para recibir en la Orden, recibieron a algunos, y en el término establecido regresaron con ellos a Santa María de la Porciúncula. Cuando volvían a verse juntos, disfrutaban de tanta alegría y regocijo cual si no recordaran nada de cuanto habían sufrido de los malvados.

Todos eran solícitos en hacer oración todos los días y en ocuparse en trabajos manuales para evitar en absoluto la ociosidad, que es enemiga del alma. Se levantaban con toda diligencia a media noche y oraban devotísimamente, con lágrimas copiosas y suspiros; se amaban con íntimo y mutuo amor, se servían unos a otros y se atendían en todo, como una madre lo hace con su único hijo queridísimo. Era su caridad tan ardorosa, que les parecía cosa fácil entregar su cuerpo a la muerte, no sólo por amor de Cristo, sino también por el bien del alma o del cuerpo de sus cohermanos.

Y, en efecto, cierto día en que dos de estos hermanos iban de camino, se encontraron con un demente, que empezó a tirarles cantos. Luego que se dio cuenta uno de ellos que los cantos iban a pegar al otro, al momento se interpuso para que los golpes dieran contra él, prefiriendo recibir él los cantazos a que los recibiera el hermano, por la mucha caridad que se tenían; tan dispuestos estaban a dar la vida el uno por el otro.

Estaban tan bien fundados y arraigados en humildad y caridad, que cada uno reverenciaba al otro como si fuera padre y señor; y aquellos que, por su oficio o una cualidad, tenían alguna preeminencia sobre los demás, parecían de situación más humilde y baja. Todos estaban prontos a obedecer y dispuestos siempre a cumplir la voluntad del que mandaba; no se paraban a discernir si el mandato era justo o injusto, porque pensaban que todo mandato era conforme a la voluntad del Señor. Con esta disposición era para ellos fácil y agradable cumplir los mandatos. Se abstenían de las apetencias de la carne, juzgándose a sí mismos con rigor y evitando ofender de cualquier modo al hermano. EN ALABANZAS A CRISTO Y SU SIERVO FRANCISCO.

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 5,38-48

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente.» Pero yo les digo: No resistan al malvado. Antes bien, si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra. Si alguien te hace un pleito por la camisa, entrégale también el manto. Si alguien te obliga a llevarle la carga, llévasela el doble más lejos. Da al que te pida, y al que espera de ti algo prestado, no le vuelvas la espalda. Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo.» Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen. Y si saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se comportan así. Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo.

PETICIONES:

-Te suplicamos Oh Señor, Dios Nuestro; que pongas la Paz del Cielo  en los corazones de los hombres,  para que puedas unir a las naciones  en una alianza inquebrantable,  en el Honor de Tu Santo Nombre. R/.

-Señor, sumo y único bien, purifícanos con la limpieza de Tu Verdad y guía nuestros pasos en vida de santidad a ejemplo del hermano universal San Francisco de Asís. R/.

-Señor, Dios sumamente y eterna gratitud, danos concordia y paz a nosotros y a todos los seres vivos de la tierra, como la distes a nuestros padres cuando te suplicaron, con fe verdadera, dispuestos a obedecer al Santísimo y Todo poderoso. R/.

-Oh altísimo y gloriosos Dios, concede a los que nos gobiernan y nos conducen en la tierra, un recto uso de la soberanía que les has otorgado para que nos guíen con el ejemplo de sus vidas por el camino de santidad. R/.

-Señor, haz de nosotros que se cumpla tu santa voluntad y conformes a lo que es bueno y agradable a Tí, para que, utilizando con reverencia, la paz y el bien podamos un día encontrar favor ante Tus ojos misericordiosos en la vida celestial. R/.

01 DE OCTUBRE (Día Séptimo)

TEMA: SAN FRANCISCO Y LA PAZ

ORACIÓN COLECTA:

¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto ser consolado como consolar; ser comprendido, como comprender; ser amado, como amar. Porque dando es como se recibe; olvidando, como se encuentra; perdonando, como se es perdonado; muriendo, como se resucita a la vida eterna. Amén.

I LECTURA: De los escritos de San Francisco Leyenda de los Tres Compañeros 26

Como más tarde él mismo atestiguó (Test 23), había aprendido, por revelación divina, este saludo: «El Señor te dé la paz». Por eso, en toda predicación suya iniciaba sus palabras con el saludo que anuncia de la paz.

Y es de admirar -y no se puede admitir sin reconocer en ello un milagro- que antes de su conversión había tenido un precursor, que para anunciar la paz solía ir con frecuencia por Asís saludando de esta forma: «Paz y bien, paz y bien». Se creyó firmemente que así como Juan, que anuncio a Cristo, desapareció al empezar Cristo a predicar, de igual manera este precursor, cual otro Juan, precedió al bienaventurado Francisco en el anuncio de la paz y no volvió a comparecer cuando éste estuvo ya presente.

Dotado de improviso el varón de Dios del espíritu de los profetas, en cuanto desapareció su heraldo, comenzó a anunciar la paz, a predicar la salvación; y muchos que habían permanecido enemistados con Cristo y alejados del camino de la salvación, se unían en verdadera alianza de paz por sus exhortaciones. EN ALABANZAS A CRISTO Y SU SIERVO FRANCISCO.

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 5,43-48.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo.» Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen. Y si saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se comportan así. Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo.

PETICIONES:

Oremos amados hermanos al Dios y sumo bien de toda la Humanidad invocándolo como Padre lleno de ternura diciendo: PADRE, DANOS LA PAZ
Monitor:   

 - Por la unidad de todas las Iglesias cristianas en el mundo, sean instrumentos de la paz y el bien. R/.

- Por todos los miembros de la gran familia franciscana en el mundo, que sean siempre sembradores, promotores de los valores de la paz y bien. R/.

- Por las familias y por toda la sociedad, que la paz habite en los corazones de todos los hombres. R/.

- Por las víctimas del odio, la opresión y la violencia, para que encuentren la paz y consolación  de quienes se sienten identificados con ellos en las obras de caridad y misericordia . R.

- Por los que no tienen lo necesario para vivir dignamente, que nunca les falte nuestra ayuda solidaria. R.

-Por los que sufren enfermedad o tribulación, que nunca les falte nuestro amor y consuelo. R.

-Por nuestra comunidad parroquial, que vivamos y trabajemos siempre promoviendo las obras de misericordia y caridad. R.

02 DE OCTUBRE (Día Octavo)

TEMA: SAN FRANCISCO Y EL ANUNCIO DEL EVANGELIO

ORACIÓN COLECTA:

Señor Jesús, tú guías sabiamente la historia de tu Iglesia y de las naciones por tu santo evangelio, escucha ahora nuestra súplica. Nuestros idiomas se confunden como antaño en la torre de Babel. Somos hijos de un mismo Padre que tú nos revelaste y no sabemos ser hermanos, y el odio siembra más miedo y más muerte. Danos la paz que promete tu Evangelio, aquella que el mundo no puede dar. Enséñanos a construirla como fruto de la Verdad y de la Justicia. Escucha la imploración de María Madre y envíanos tu Espíritu Santo, para reconciliar en una gran familia a los corazones y los pueblos. Venga a nosotros el Reino del Amor, y confírmanos en la certeza de que tú estás con nosotros hasta el fin de los tiempos. Amén.

I LECTURA: De los escritos de San Francisco Leyenda de los Tres Compañeros 36-37

San Francisco, lleno ya de la gracia del Espíritu Santo, reunió ante sí a los dichos seis hermanos y les anunció lo que les había de ocurrir. «Consideremos -dijo-, hermanos queridos, nuestra vocación, a la cual por su misericordia nos ha llamado el Señor, no tanto por nuestra salvación cuanto por la salvación de muchos otros, a fin de que vayamos por el mundo exhortando a los hombres más con el ejemplo que con las palabras, para moverlos a hacer penitencia de sus pecados y para que recuerden los mandamientos de Dios. No temáis porque aparezcáis pequeños e ignorantes; más bien anunciad con firmeza y sencillamente la penitencia, confiando en que el Señor, que venció al mundo, habla con su espíritu por vosotros y en vosotros para exhortar a todos a que se conviertan y observaren sus mandamientos.

»Encontraréis hombres fieles, mansos y benignos, que os recibirán con alegría y acogerán vuestras palabras; y otros muchos infieles, soberbios y blasfemos, que con sarcasmo os resistirán, como también a vuestras palabras. Formad en lo más hondo del corazón el propósito de soportarlo todo con paciencia y humildad». Al oír todo esto los hermanos, comenzaron a temer. Entonces, el Santo continuó: «No temáis, porque, sin que pase mucho tiempo, vendrán a nosotros muchos sabios y nobles, y estarán con nosotros predicando a reyes y príncipes y a muchos pueblos. Y muchos se convertirán al Señor, que se dignará extender y aumentar su familia por todo el mundo».

Luego de haberles dicho esto y haberles dado la bendición, marcharon los hombres de Dios y observaron las exhortaciones de Francisco. Cuando encontraban alguna iglesia o cruz, se inclinaban para orar y decían devotamente: «Adorámoste, Cristo, y te bendecimos por todas tus iglesias que hay en el mundo entero, porque por tu santa cruz has redimido al mundo». Pues creían encontrar siempre un lugar sagrado allí donde se levantaba una cruz o una iglesia.

Cuantos los veían se extrañaban mucho, pues caían en la cuenta de la diferencia que existía respecto de los demás en cuanto a su hábito y manera de vivir y porque les parecían como unos hombres selváticos. Dondequiera que entraban, fuera ciudad o castillo, villa o casa, anunciaban la paz y exhortaban a todos a temer y amar al Creador de cielo y tierra y a cumplir sus mandamientos.

Algunos los escuchaban de buena gana; otros, por el contrario, se burlaban de ellos; y muchos los acosaban a preguntas, diciendo: «¿De dónde venís?» Otros les preguntaban a qué Orden pertenecían. Como les fuese molesto contestar a tantas preguntas, decían sencillamente que eran varones penitentes oriundos de la ciudad de Asís; pues su Religión todavía no se llamaba Orden.

EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 16,15-20

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se niegue a creer se condenará. Estas señales acompañarán a los que crean: en mi Nombre echarán demonios y hablarán nuevas lenguas; tomarán con sus manos serpientes y, si beben algún veneno, no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y quedarán sanos.» Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos, por su parte, salieron a predicar en todos los lugares. El Señor actuaba con ellos y confirmaba el mensaje con los milagros que lo acompañaban.

PETICIONES:

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Elevemos confiadamente nuestras súplicas a Dios Padre guiados por la palabra de Jesús, para que envíe sobre nosotros su Espíritu que nos hace ministros de su palabra:

-Para que el Papa, los obispos y toda la Iglesia realicen su misión evangelizadora en medio del mundo y lo hagan con perseverancia. Roguemos al Señor.

-Para que la Iglesia anuncie con valentía la Palabra de Dios en toda situación, por difícil que sea, roguemos al Señor.

-Para que los laicos cristianos sean fermento de la fuerza del evangelio en medio del mundo, roguemos al Señor.

-Para que Dios Padre, dueño de la mies, envíe abundantes vocaciones a su Iglesia para el servicio pastoral de sus hermanos, roguemos al Señor.

-Para que siempre haya corazones jóvenes, dispuestos a seguir la llamada de Dios y a entregarse generosamente para el bien de los hombres como ministros del evangelio, roguemos al Señor.

-Para que las familias cristianas y franciscanas sean testigos del Evangelio y fomenten la vocación religiosa y sacerdotal, roguemos al Señor.

03 de OCTUBRE (Día Noveno)

TEMA: SAN FRANCISCO Y LA HERMANA MUERTE

ORACIÓN COLECTA:

Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor, y sufren enfermedad y tribulación; bienaventurados los que las sufran en paz, porque de ti, Altísimo, coronados serán. Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar. Ay de aquellos que mueran en pecado mortal. Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad porque la muerte segunda no les hará mal. Alaben y bendigan a mi Señor y denle gracias y sírvanle con gran humildad. Por los siglos de los siglos, Amén.

I LECTURA: De los escritos de San Francisco Leyenda de los Tres Compañeros 68-69

A los veinte años de haberse unido totalmente a Cristo en el seguimiento de la vida y huellas de los apóstoles, el varón apostólico Francisco voló felicísimamente a Cristo, y, después de incontables trabajos, alcanzó el descanso eterno y fue presentado dignamente a la presencia del Señor el día 4 de octubre, domingo, del año de la encarnación 1226. Uno de sus discípulos, célebre por su santidad, vio el alma del Santo que, como si fuera una estrella del tamaño de la luna, resplandeciente con claridades de sol y sostenida por una nubecita blanca entre aguas inmensas, ascendía derecha al cielo.

Había trabajado mucho en la viña del Señor: empeñado y fervoroso en oraciones, ayunos, vigilias, predicaciones y caminatas apostólicas, perseverante en el cuidado y compasión del prójimo y en el desprecio de sí mismo, desde el momento de su conversión hasta su tránsito a Cristo, a quien había amado de todo corazón, mantuvo continuamente vivo su recuerdo, le alabó con la boca y lo glorificó con sus obras fructuosas. Tan de corazón y con tanto ardor amó a Dios, que, oyendo su nombre, se derretía interiormente y prorrumpía externamente, diciendo que el cielo y la tierra deberían inclinarse al nombre del Señor.

Quiso el mismo Señor manifestar a todo el mundo el fervor de caridad y el continuo recuerdo de la pasión de Cristo que fomentaba en su corazón, y, todavía en vida, condecoró de forma maravillosa su cuerpo con la prerrogativa admirable de un singular privilegio.

Pues, como se sintiera arrebatado hacia Dios por seráficos y ardorosos deseos y, por dulce amor de compasión, se fuese transformando en quien, por su inmensa caridad, quiso ser crucificado, -dos años antes de su muerte, próxima ya la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, estando una mañana en oración en la falda del monte Alverna- se le apareció un serafín con seis alas, que exhibía entre ellas la figura de un hermosísimo hombre crucificado, con las manos y los pies extendidos en forma de cruz, y que claramente descubría la imagen del Señor Jesús. Dos alas cubrían su cabeza; otras dos, el resto del cuerpo hasta los pies; y las otras dos se extendían para volar.

Al desaparecer la visión, quedó su alma prendida de un admirable ardor de caridad, y en su cuerpo apareció la impresión, todavía más admirable, de las llagas del Señor Jesucristo. El varón de Dios las ocultó cuanto pudo hasta su muerte, resistiéndose a manifestar el sacramento del Señor, aunque no pudo ocultarlas del todo y sin que quedaran de manifiesto a algunos de sus compañeros más familiares.

Pero después de su felicísimo tránsito, todos los hermanos que estaban presentes y muchos seglares vieron manifiestamente su cuerpo condecorado con las llagas de Cristo. Percibían claramente en sus manos y pies no los agujeros hechos por los clavos, sino los mismos clavos, de color negruzco como el del hierro, formados de su propia carne y adheridos a la misma; y el costado derecho, como traspasado por una lanza, con la cicatriz rojiza de una herida verdadera y manifiesta, de la que muchas veces incluso manaba sangre bendita.

La irrefutable verdad de las llagas no sólo quedó demostrada con toda claridad en vida y muerte del Santo por cuantos las vieron y tocaron, sino que después de su muerte quiso el Señor patentizarla con más claridad por medio de muchos milagros obrados en diversas partes del mundo. Estos milagros sirvieron también para que muchos, que no habían pensado rectamente del varón de Dios y habían dudado de sus llagas, cambiaran de tal manera y llegaran a tal certeza, que de detractores que habían sido, se convirtieron, por fuerza de la bondad de Dios y de la misma verdad, en panegiristas y predicadores fidelísimos.

EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 19,25-30

En aquel tiempo, cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba cumplido, dijo: «Tengo sed», y con esto también se cumplió la Escritura. Había allí un jarro lleno de vino agrio. Pusieron en una caña una esponja empapada en aquella bebida y la acercaron a sus labios. Jesús probó el vino y dijo: «Todo está cumplido.» Después inclinó la cabeza y entregó el espíritu.

PETICIONES:

-Oremos por la iglesia, extendida por toda la tierra, para que proclame con gozo a todos los hombres que Cristo vive, que en Él hay victoria y vida para siempre. Roguemos al Señor.

-Oremos por los que sufren pobreza, enfermedad, soledad y cercanía de la hermana muerte, para que la esperanza de la resurrección y la bondad de Dios siembre en sus corazones paz y consuelo. Roguemos al Señor.
-Oremos por nosotros, los que celebramos este día de gloria, para que en las pruebas y en las dificultades del día a día Cristo resucitado sea siempre nuestra fuerza e inspiración. Roguemos al Señor.

-Oremos por los niños y los jóvenes, muchas veces alejados de la iglesia, para que nuestro ejemplo y nuestra alegría los acerquen a la luz que no se apaga de Cristo resucitado. Roguemos al Señor.

-Oremos por nuestros hermanos difuntos franciscanos para que con Cristo y por el poder de Dios sean también despertados a la vida nueva y lo contemplen cara a cara. Roguemos al Señor