sábado, 21 de diciembre de 2013

FELIZ NAVIDAD Y UN PROSPERO AÑO NUEVO 2014



IV DOMINGO DE ADVIENTO A (22 de diciembre del 2013)

Evangelio según San Mateo 1,18-24.

Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no han vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.

Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: "La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel", que traducido significa: «Dios con nosotros». Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa. PALABRA DEL SEÑOR.

REFLEXIÓN:

Queridos amigos en el Señor Paz y bien.

 La Encarnación de Jesús no estuvo carente de problemas y dificultades humanas. A nosotros todo nos parece todo fácil. El Ángel anuncia a María. María acepta, pero ahora vienen los líos con José su esposo. Sorpresivamente, José se da cuenta de que María está embarazada, es consciente que él no ha convivido con ella. Por lógica humana uno solo puede pensar en un adulterio, José no quiere pensar eso de María, la conoce muy bien, pero tampoco puede negar la realidad lo que sus ojos están viendo.

¿Se dan cuenta del problema que se ganó José?  ¿Quieren ustedes ponerse en una situación similar? Ponte que tú como novio, estas en la víspera de contraer el matrimonio y que precisamente ahí te sorprendes que tu novia a quien tanto has amado te sale con el cuento que ya está embarazada y el hijo no es precisamente para ti. ¿Qué actitud tomarías como novio? O que tú como novia estas a punto de casarte y que tu novio en las vísperas te sale con el cuento que ya espera un hijo y no es contigo sino con tu amiga. ¿Irías aun en tales circunstancias alegremente al altar con tu pareja? Pues, José esta exactamente envuelto en este lío. “José, su esposo, que era un hombre justo no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto” (Mt 1,19).

Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados” (Mt 1,20-21) ¿Cree alguien que es fácil entender y creer en ello cuando todos sabemos cómo se hacen los hijos y cómo vienen los hijos al mundo?

Sin embargo, José al igual que antes María: El Ángel le dijo: “No tengas miedo María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,  reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?”. El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios” (Lc 1,31-35). Ahora José cree y se fía de la Palabra del Ángel (Mt 1,20-21). María creyó sin entender, José también cree sin entender nada. Aquí todo se mueve en el plano de la Palabra y de la fe en la Palabra de Dios.

¿Hoy, alguien cree ya en la Palabra? ¿Tú te fiarías de la palabra de tu esposa o de tu hija? Aquí no hay documentos firmados. No hay documentos notariales que atestigüen la veracidad de la palabra del Ángel; sin embargo, aquí hay dos testigos de fe: María y José que creyeron sin ver, creyeron en la Palabra de Dios, se fiaron de la Palabra de Dios sin exigir ni firmas ni pruebas. María dijo al Ángel: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38). José obedeció a la palabra del Ángel y “se llevó a casa a su mujer” (Mt 1,24). Misterio de la palabra. Misterio de la fe. Creer fiándose sencillamente de la Palabra de Dios, eso no hace cualquiera sino obedece al poder de la fe como obra de Dios.

Hay una figura en la Navidad que solemos destacar relativamente poco, es la figura de José. Sí, le ponemos de rodillas delante del Niño y poquito más. Sin embargo, es una de las figuras centrales de la Navidad. Hay tres figuras que llenan todo el cuadro: El Niño, María y José, la sagrada familia. José era bien bueno, era todo un hombre de Dios, era todo un hombre de fe; sin embargo, pareciera que “Dios se la hizo”. ¿Se dan cuenta del lío en que le metió María? Mejor dicho, el lío en que le metió Dios.

La lógica humana buscaría que en la anunciación debieron estar presentes los dos tanto la Virgen como José y Dios se hubiera ahorrado líos. Pero el Ángel se le aparece solo a María, no a José. La Anunciación de la Encarnación es para María, y nadie cuenta y piensa en José. Pero la cosa no podía ocultarse por mucho tiempo. Hasta que, un día, percibe la realidad de su esposa María “embarazada”. ¿Cómo explicarlo? ¿Cómo entenderlo? ¿Qué hacer? Todo un momento de angustia, de dudas, de incertidumbres encontradas. Sería el momento de hacer el escándalo madre en Nazaret. ¡Qué talla de hombre! ¡Qué talla de alma! ¡Qué talla de fe! Pero el sufrimiento nadie se lo podía quitar. ¡Y vaya si era bueno! ¿Por qué le tenía que pasar esto a José? No resulta fácil pasar por esa prueba de fe por la que pasa José y guarda silencio. Todo lo medita en su ser interior.

Cuando el Ángel le revela la verdad de lo que ha sucedido, la mente de José se doblega. El corazón de José se aviva y la serenidad cubre la fama de María delante del pueblo. ¿Te imaginas a todas las mujeres de Nazaret viéndola a María como una adúltera? Pues, veamos una escena de adulterio:

“Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?». Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: «El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra». E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?». Ella le respondió: “Nadie, Señor». «Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante” (Jn 8,3-11). José quiso evitar este escándalo para su esposa María por eso dice: “José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto” (Mt 1,19). Pero, Dios corrige a José: “Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados” (Mt 1,20-21).

Dios tiene una manera de hacer las cosas que desconcierta a cualquiera. La Navidad comenzó en Nazaret con todo un problema entre José y María. ¿Se merecían esto? Algo que no corre en nuestra lógica, pero corre maravillosamente en la lógica de la fe, que es la lógica de Dios. Los caminos de Dios nunca son fáciles, pero terminan siendo maravillosos. Ese es el camino de cada uno de nosotros hacia la Navidad. De la oscuridad de la fe, a la claridad de la fe.

San Pablo al respecto dice: “Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos. Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo» ¡Abba!, es decir, ¡Padre! (Gal 4.4-6). O como el profeta dice: “Dios puso su morada entre los hombres” (Ez 37,27). O como mismo Juan dice. “La palabra de Dios se hizo hombre y habito entre nosotros” (Jn 1,14).

La encarnación del hijo de Dos es el despliegue del amor hacia nosotros y con razón dice San Juan: “Tanto amó Dios tanto al mundo, que envió a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Jn 3,16). Escena que el profeta lo resume con una idea maravillosa: "Aquí la señal que Dios da: La Virgen está embarazada y da a luz un hijo y le, ponen el nombre de Enmanuel que significa Dios-con-nosotros" (Is 7,14). Lo que quiere decir que Él se hizo lo que nosotros somos porque esta con nosotros, y para que nosotros seamos lo que Él es.

EL PRIMER PESEBRE LO EDIFICÓ SAN FRANCISCO DE ASÍS EN 1223

                   
                        LA NAVIDAD DE GRECCIO
              CELEBRADA POR SAN FRANCISCO (1223)

                                    Relato de Tomás de Celano (1 Cel 84-87)

Digno de recuerdo y de celebrarlo con piadosa memoria es lo que hizo Francisco tres años antes de su gloriosa muerte, cerca de Greccio, el día de la natividad de nuestro Señor Jesucristo. Vivía en aquella comarca un hombre, de nombre Juan, de buena fama y de mejor tenor de vida, a quien el bienaventurado Francisco amaba con amor singular, pues, siendo de noble familia y muy honorable, despreciaba la nobleza de la sangre y aspiraba a la nobleza del espíritu. Unos quince días antes de la navidad del Señor, el bienaventurado Francisco le llamó, como solía hacerlo con frecuencia, y le dijo: «Si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del Señor, date prisa en ir allá y prepara prontamente lo que te voy a indicar. Deseo celebrar la memoria del niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno». En oyendo esto el hombre bueno y fiel, corrió presto y preparó en el lugar señalado cuanto el Santo le había indicado.

Llegó el día, día de alegría, de exultación. Se citó a hermanos de muchos lugares; hombres y mujeres de la comarca, rebosando de gozo, prepararon, según sus posibilidades, cirios y teas para iluminar aquella noche que, con su estrella centelleante, iluminó todos los días y años. Llegó, en fin, el santo de Dios y, viendo que todas las cosas estaban dispuestas, las contempló y se alegró. Se prepara el pesebre, se trae el heno y se colocan el buey y el asno. Allí la simplicidad recibe honor, la pobreza es ensalzada, se valora la humildad, y Greccio se convierte en una nueva Belén. La noche resplandece como el día, noche placentera para los hombres y para los animales. Llega la gente, y, ante el nuevo misterio, saborean nuevos gozos. La selva resuena de voces y las rocas responden a los himnos de júbilo. Cantan los hermanos las alabanzas del Señor y toda la noche transcurre entre cantos de alegría. El santo de Dios está de pie ante el pesebre, desbordándose en suspiros, traspasado de piedad, derretido en inefable gozo. Se celebra el rito solemne de la misa sobre el pesebre y el sacerdote goza de singular consolación.

El santo de Dios viste los ornamentos de diácono, pues lo era, y con voz sonora canta el santo evangelio. Su voz potente y dulce, su voz clara y bien timbrada, invita a todos a los premios supremos. Luego predica al pueblo que asiste, y tanto al hablar del nacimiento del Rey pobre como de la pequeña ciudad de Belén dice palabras que vierten miel. Muchas veces, al querer mencionar a Cristo Jesús, encendido en amor, le dice «el Niño de Bethleem», y, pronunciando «Bethleem» como oveja que bala, su boca se llena de voz; más aún, de tierna afección. Cuando le llamaba «niño de Bethleem» o «Jesús», se pasaba la lengua por los labios como si gustara y saboreara en su paladar la dulzura de estas palabras.

Se multiplicaban allí los dones del Omnipotente; un varón virtuoso tiene una admirable visión. Había un niño que, exánime, estaba recostado en el pesebre; se acerca el santo de Dios y lo despierta como de un sopor de sueño. No carece esta visión de sentido, puesto que el niño Jesús, sepultado en el olvido en muchos corazones, resucitó por su gracia, por medio de su siervo Francisco, y su imagen quedó grabada en los corazones enamorados. Terminada la solemne vigilia, todos retornaron a su casa colmados de alegría.

Se conserva el heno colocado sobre el pesebre, para que, como el Señor multiplicó su santa misericordia, por su medio se curen jumentos y otros animales. Y así sucedió en efecto: muchos animales de la región circunvecina que sufrían diversas enfermedades, comiendo de este heno, curaron de sus dolencias. Más aún, mujeres con partos largos y dolorosos, colocando encima de ellas un poco de heno, dan a luz felizmente. Y lo mismo acaece con personas de ambos sexos: con tal medio obtienen la curación de diversos males.

El lugar del pesebre fue luego consagrado en templo del Señor: en honor del beatísimo padre Francisco se construyó sobre el pesebre un altar y se dedicó una iglesia, para que, donde en otro tiempo los animales pacieron el pienso de paja, allí coman los hombres de continuo, para salud de su alma y de su cuerpo, la carne del Cordero inmaculado e incontaminado, Jesucristo, Señor nuestro, quien se nos dio a sí mismo con sumo e inefable amor y que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo y es Dios eternamente glorioso por todos los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Aleluya.


PARA TI MI QUERIDO(A) AMIGO(A) DE ESTE MEDIO PERMÌTANOS EXPRESARTE UN SALUDO FRATERNO  Y FRANCISCANO DE PAZ Y BIEN POR ESTAS FIESTAS DE NAVIDAD Y UN PROSPERO AÑO NUEVO 2014. QUE EL NIÑO JESÚS DERRAME BENDICIONES EN TU FAMILIA. 
ATTE. TUS AMIGOS Y HERMANOS DE LA PROVINCIA FRANCISCANA DE LOS XII APÓSTOLES DEL PERÚ.



jueves, 28 de noviembre de 2013

TIEMPO DE NAVIDAD FRANCISCANA


¿SABIAS QUE LA  PRIMERA GRUTA DEL NACIMIENTO DE NAVIDAD LO HIZO SAN FRANCISCO DE ASÍS? 

LA NAVIDAD DE GRECCIO
CELEBRADA POR SAN FRANCISCO EN 1223


Relato de Tomás de Celano (1 Cel 84-87)


Digno de recuerdo y de celebrarlo con piadosa memoria es lo que hizo Francisco tres años antes de su gloriosa muerte, cerca de Greccio, el día de la natividad de nuestro Señor Jesucristo. Vivía en aquella comarca un hombre, de nombre Juan, de buena fama y de mejor tenor de vida, a quien el bienaventurado Francisco amaba con amor singular, pues, siendo de noble familia y muy honorable, despreciaba la nobleza de la sangre y aspiraba a la nobleza del espíritu. Unos quince días antes de la navidad del Señor, el bienaventurado Francisco le llamó, como solía hacerlo con frecuencia, y le dijo: «Si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del Señor, date prisa en ir allá y prepara prontamente lo que te voy a indicar. Deseo celebrar la memoria del niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno». En oyendo esto el hombre bueno y fiel, corrió presto y preparó en el lugar señalado cuanto el Santo le había indicado.

Llegó el día, día de alegría, de exultación. Se citó a hermanos de muchos lugares; hombres y mujeres de la comarca, rebosando de gozo, prepararon, según sus posibilidades, cirios y teas para iluminar aquella noche que, con su estrella centelleante, iluminó todos los días y años. Llegó, en fin, el santo de Dios y, viendo que todas las cosas estaban dispuestas, las contempló y se alegró. Se prepara el pesebre, se trae el heno y se colocan el buey y el asno. Allí la simplicidad recibe honor, la pobreza es ensalzada, se valora la humildad, y Greccio se convierte en una nueva Belén. La noche resplandece como el día, noche placentera para los hombres y para los animales. Llega la gente, y, ante el nuevo misterio, saborean nuevos gozos. La selva resuena de voces y las rocas responden a los himnos de júbilo. Cantan los hermanos las alabanzas del Señor y toda la noche transcurre entre cantos de alegría. El santo de Dios está de pie ante el pesebre, desbordándose en suspiros, traspasado de piedad, derretido en inefable gozo. Se celebra el rito solemne de la misa sobre el pesebre y el sacerdote goza de singular consolación.

El santo de Dios viste los ornamentos de diácono, pues lo era, y con voz sonora canta el santo evangelio. Su voz potente y dulce, su voz clara y bien timbrada, invita a todos a los premios supremos. Luego predica al pueblo que asiste, y tanto al hablar del nacimiento del Rey pobre como de la pequeña ciudad de Belén dice palabras que vierten miel. Muchas veces, al querer mencionar a Cristo Jesús, encendido en amor, le dice «el Niño de Bethleem», y, pronunciando «Bethleem» como oveja que bala, su boca se llena de voz; más aún, de tierna afección. Cuando le llamaba «niño de Bethleem» o «Jesús», se pasaba la lengua por los labios como si gustara y saboreara en su paladar la dulzura de estas palabras.

Se multiplicaban allí los dones del Omnipotente; un varón virtuoso tiene una admirable visión. Había un niño que, exánime, estaba recostado en el pesebre; se acerca el santo de Dios y lo despierta como de un sopor de sueño. No carece esta visión de sentido, puesto que el niño Jesús, sepultado en el olvido en muchos corazones, resucitó por su gracia, por medio de su siervo Francisco, y su imagen quedó grabada en los corazones enamorados. Terminada la solemne vigilia, todos retornaron a su casa colmados de alegría.

Se conserva el heno colocado sobre el pesebre, para que, como el Señor multiplicó su santa misericordia, por su medio se curen jumentos y otros animales. Y así sucedió en efecto: muchos animales de la región circunvecina que sufrían diversas enfermedades, comiendo de este heno, curaron de sus dolencias. Más aún, mujeres con partos largos y dolorosos, colocando encima de ellas un poco de heno, dan a luz felizmente. Y lo mismo acaece con personas de ambos sexos: con tal medio obtienen la curación de diversos males.

El lugar del pesebre fue luego consagrado en templo del Señor: en honor del beatísimo padre Francisco se construyó sobre el pesebre un altar y se dedicó una iglesia, para que, donde en otro tiempo los animales pacieron el pienso de paja, allí coman los hombres de continuo, para salud de su alma y de su cuerpo, la carne del Cordero inmaculado e incontaminado, Jesucristo, Señor nuestro, quien se nos dio a sí mismo con sumo e inefable amor y que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo y es Dios eternamente glorioso por todos los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Aleluya.

domingo, 10 de noviembre de 2013

BIENVENIDA SEA MI HERMANA MUERTE


Hoy domingo 10 de noviembre, para nuestra Provincia Franciscana de los XII Apostolicales del Perú es un día especial porque un hermano nuestro esta de transito a la eternidad. Nuestro muy querido y hermano Fray. Francisco Valdez Harancca, Ofm ha sido llamado a la casa del padre, a la edad de 78 años de edad, 55 años de vida religiosa y 24 años de sacerdocio. Gracias padre "Panchito" por tu fidelidad y entrega a la Iglesia, a la Orden y a la Provincia. Que Dios te tenga en su Santa Gloria. 

Nuestro querido hermano Panchito nació el día 03 de Diciembre del año 1935 en Ayaviri, Puno. Del matrimonio de Isaac y Saturnina. El 17 de abril 1958 emitió sus primeros votos y el 15 de agosto del año 1961 hizo su profesión de votos solemnes. El 16 de Julio del año 1989 en la fiesta de la virgen del Carmen se consagró como sacerdote en el Altiplano peruano. Nuestro hermano Panchito dedico su vida a la labor de evangelización por mas de viente años como sacerdote franciscano, labor que desarrolló mas tiempo entre Puno y Juliaca. 

Estimado y hermano Panchito, sabemos que no conviene decirte a Dios, hoy nos adelantas en el encuentro con el Señor, por eso te decimos un Hasta luego. Que Dios te acoja en su reino y te conceda el eterno sueño en la paz.

Para amigos y familiares dolientes un saludo franciscano de Paz y Bien.  La misa de cuerpo presente se llevara a cabo mañana 11 de noviembre a las 3.30 pm en la Basílica de San Francisco de Lima. 




OFICIO DE II VÍSPERAS POR EL ETERNO DESCANSO DE FR. FRANCISCO VALDEZ HUARANCCA OFM.


INVOCACIÓN INICIAL


V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 
Aleluya.

Himno: HACEDOR DE LA LUZ: TÚ QUE CREASTE

Hacedor de la luz: tú que creaste
la que brilla en los días de este suelo,
y que, mediante sus primeros rayos,
diste principio al universo entero.

Tú que nos ordenaste llamar día
al tiempo entre la aurora y el ocaso,
ahora que la noche se aproxima
oye nuestra oración y nuestro llanto.

Que cargados con todas nuestras culpas
no perdamos el don de la otra vida,
al no pensar en nada duradero
y al continuar pecando todavía.

Haz que, evitando todo lo dañoso
y a cubierto de todo lo perverso,
empujemos las puertas celestiales
y arrebatemos el eterno premio.

Escucha nuestra voz, piadoso Padre,
que junto con tu Hijo Jesucristo
y con el Santo Espíritu Paráclito,
reinas y reinarás en todo siglo. Amén.


SALMODIA

Ant 1. Yo mismo te engendré entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.

Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo mismo te engendré entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.

Ant 2. Dichosos los que tienen hambre y sed de ser justos, porque ellos serán saciados.


Salmo 111- FELICIDAD DEL JUSTO
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichosos los que tienen hambre y sed de ser justos, porque ellos serán saciados.

Ant 3. Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.


Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7


El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. 
Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.


LECTURA BREVE   Hb 12, 22-24

Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a la asamblea de los innumerables ángeles, a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino, al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.


RESPONSORIO BREVEV. 

Nuestro Señor es grande y poderoso.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

V. Su sabiduría no tiene medida.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 
Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven. Aleluya.

PRECES

Alegrándonos en el Señor, de quien vienen todos los dones, digámosle:

Escucha, Señor, nuestra oración.

Padre y Señor de todos, que enviaste a tu Hijo al mundo para que tu nombre fuese glorificado desde donde sale el sol hasta el ocaso,
fortalece el testimonio de tu Iglesia entre los pueblos.

Haz que seamos dóciles a la predicación de los apóstoles,
y sumisos a la fe verdadera.

Tú que amas la justicia,
haz justicia a los oprimidos.

Libera a los cautivos, abre los ojos al ciego,
endereza a los que ya se doblan, guarda a los peregrinos.


Se pueden añadir algunas intenciones libres: QUE EL ALMA DE NUESTRO HERMANO PANCHITO DESCANSE EN PAZ Y GOCE DEL CONVITE CELESTIAL.

Haz que nuestros hermanos que duermen ya el sueño de la paz
lleguen, por tu Hijo, a la santa resurrección.

Unidos entre nosotros y con Jesucristo, y dispuestos a perdonarnos siempre unos a otros, dirijamos al Padre nuestra súplica confiada:
Padre nuestro...

ORACION


Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen. 

EL ALMA DE NUESTRO HERMANO PANCHITO Y LA DE TODO LOS FIELES DIFUNTOS DESCANSEN EN PAZ, AMEN.


domingo, 13 de octubre de 2013

OCTUBRE, MES DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS - PERÙ



HIMNO AL SEÑOR DE LOS MILAGROS

SEÑOR DE LOS MILAGROS
AQUI VENIMOS EN PROCESIÓN
TUS FIELES DEVOTOS
A IMPLORAR TU BENDICIÓN

FARO QUE GUÍA
A NUESTRAS ALMAS
LA FE, ESPERANZA, LA CARIDAD
TU AMOR DIVINO
NOS ILUMINE
NOS HAGA DIGNO DE TU BONDAD

CON PASO FIRME
DE BUEN CRISTIANO
HAGAMOS GRANDE NUESTRO PERU
Y UNIDOS TODOS
COMO UNA FUERZA
TE SUPLICAMOS, NOS DES
TU LUZ


“Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de sabiduría, nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres” (Icor 1,22-25)

Fiesta: 18 Y 28 octubre

La sagrada imagen de Jesucristo crucificado, Señor nuestro es venerado en Perú como "El Señor de los Milagros".  En el lienzo aparece Jesús crucificado. Sobre la cruz, el Espíritu Santo y el Padre.  A la derecha del Señor, Su Santísima madre con su corazón traspasado por una lanza de dolor y Su derecha, el fiel  Apóstol San Juan.  Además de su hermosura, el lienzo es una maravillosa representación de las verdades de nuestra fe.

Cada año las multitudes de todas las razas y condiciones sociales celebran juntas la procesión del Señor de los Milagros, no solo en Perú sino en donde quiera que se encuentren comunidades peruanas.   Las calles se visten de morado para celebrar al Señor que tanto nos ama que se entregó en la cruz por nosotros.  En la procesión nos unimos a La Virgen Madre y a San Juan con dolor pero con profunda gratitud y alegría por la salvación y la vida nueva otorgada por El Señor.   Ese es el mayor de los milagros. Se le llama también el "Cristo Moreno" y el "Cristo de Pachacamilla"

Historia

En el siglo XVII la capital de Perú, Lima, aunque pequeña en comparación con los 7 millones que tiene en la actualidad, crecía por las inmigraciones muy variadas.  Había en ella personas de todas las razas, y muchos procedentes de las costas africanas.  Entre ellos había cofradías que veneraban diferentes santos.  A mediados del siglo, los negros de Angola se ubicaron en Pachacamilla (llamado así porque allí habían vivido indios del Pachacamac). Formaron una cofradía y para ella levantaron una edificación. Uno de los angoleños pintó en la pared la preciosa imagen de Cristo como aparece en esta página. Resalta no solo su gran artesanía sino también su expresiva capacidad catequética.

El 13 de noviembre de 1655, a las 2:45 de la tarde, un fuerte terremoto sacudió a Lima y Callao haciendo caer muchos edificios y causando miles de muertos.  Los angoleños que eran ya muy pobres sufrieron muchísimo. Todas las paredes de su cofradía se cayeron. Pero en medio de aquello aparece el gran milagro: El muro de adobe con la imagen del Cristo permaneció en pie perfectamente preservada.

Ante el desastre, los limeños hicieron muchas peticiones al Señor.  Había una profunda conciencia de que habían pecado y muchos pedían perdón.  15 años más tarde, Antonio León de la parroquia de San Sebastián, encontró la imagen del Señor en la pared abandonada y comenzó a venerarla. Ocurrió entonces otro milagro, pues Antonio, que sufría por un tumor maligno de terribles dolores de cabeza, fue sanado cuando se lo pidió a Cristo ante su imagen. Aquel milagro le fortaleció en su fe y propagó por todas partes aquel don divino. Pronto muchas personas acudían al Cristo milagroso. La mayoría de ellos eran negros y pobres. Se reunían los viernes por la noche a rezar y cantar ante el Señor.

Pero pronto comenzaron las dificultades.   Aquellas reuniones atraía a toda clase de personas, no todas venían por buenas razones. Las autoridades intervinieron para prohibir las reuniones y mandaron a destruir la imagen de Cristo pintando sobre ella.  La siniestra orden quiso llevarse a cabo en septiembre de l671. Pero cuando el pintor trató de cubrir la imagen, fueron tanto los temblores y la impresión que sufrió que no pudo aunque trató varias veces.  Fue entonces que un soldado de Balcázar intentó aquel ultraje pero tampoco logró hacerle daño a la imagen.  Luego relató que, una vez frente a la imagen, vio que esta embellecía y que la corona se tornaba verde

Las autoridades no se dieron por vencidas pero el pueblo comenzó a protestar.  Informado el Virrey de lo acontecido, decidió revocar la orden y darle culto a la imagen. El 14 de septiembre de 1671, fiesta de la exaltación de la Cruz, se celebró la primera misa ante el Cristo de Pachacamilla.   Los peregrinos aumentan continuamente y pronto se le llama "El Santo Cristo de los Milagros o de las Maravillas".  Pero las autoridades aun no responden como debían ante Dios.

En octubre de 1687un maremoto arrasó con el Callao y parte de Lima y derribó la capilla edificada en honor del Santo Cristo.   ¡Solo quedó en pie la pared con la imagen!.  Ante aquel portento decidieron confeccionar una copia al óleo de la imagen y que, por primera vez, saliera en procesión en andas por las calles.  La procesión se estableció para los días 18 y 19 de octubre de cada año.


MENSAJE EN MISA DE FIESTA EN HONOR AL SEÑOR DE LOS MILAGROS


LIMA, 18 Oct. 13 / 12:45 pm (ACI/EWTN Noticias ).- Al presidir esta mañana la Misa previa al tercer recorrido procesional del Señor de los Milagros en Lima (Perú), el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani, aseguró que “todo el Perú te quiere, Señor de los Milagros”.

El Cardenal pidió que el Señor de los Milagros “nos acompañe en estos días, especialmente hoy, bendiciendo, perdonando”. “Y con tanta confianza le decimos Jesús en ti confío. Perdónanos si a veces nos alejamos, perdónanos si te ofendemos, pero no nos dejes solos, no podemos caminar sin tu presencia, Señor de los Milagros”.

El Arzobispo de Lima dijo a la imagen del Cristo Morado “Señor de los Milagros, estamos reunidos en esta ciudad que es tu casa, en el alma de tantas hijas e hijos tuyos que hoy te anhelan”. “Estamos muy contentos cuando llega este día en que sales a recorrer nuestras calles y nuestros corazones porque sentimos tu mirada, sentimos tu presencia”, indicó.

El Cardenal reflexionó sobre lo difícil de creer y mantener viva la fe, por lo que alentó los fieles a ir contra corriente en este mundo, que a veces se aleja de Dios. El Arzobispo de Lima pidió que “aprendamos a escuchar a Dios. Aprendamos, por la fe, a entenderlo. Podemos expresar muchas veces nuestro cariño, pero cuando el Señor habla escuchémoslo”.

“Hay un pecado muy grave –señaló– que hace mucho daño a la Iglesia y la sociedad: Hablar mal unos de otros, eso es muy malo; por eso, la fe se debilita”. El Cardenal indicó que “Jesús dice: No puedo estar en tu alma cuando tú maltratas a tus hermanos”. “Hagamos ese propósito: Escuchar mejor a Jesús, comprender a los demás y corregirlos a solas. Sacar del alma resentimientos, cóleras, venganza, ataques, murmuraciones, calumnias; todo eso hace mucho daño”, exhortó.

El Cardenal Cipriani indicó además a los devotos del Señor de los Milagros que “el Señor te pide que lo lleves en hombros no solo en la ciudad sino también en tu vida; te pide que lo cargues, que lleves la cruz”. “Por eso, en este Año de la Fe, que está por finalizar, Jesús nos dice: Si no me creen cuando hablo de la tierra, como me creerán cuando les hable del cielo”.

El Arzobispo de Lima pidió también a los fieles que descubran “la fe en el rostro de tu hermano, de tu padre, de tu hijo, de tus amigos, también de los que tal vez no te entienden y parecen tus enemigos”. “La fe con obras, salgamos del pecado, vayamos a la oración y la confesión”, pidió.

La Misa fue concelebrada por el Nuncio Apostólico en Perú, James Green; los Obispos Auxiliares de Lima, Mons. Adriano Tomasi y Mons. Raúl Chau; el director espiritual de la Hermandad del Señor de los Milagros de las Nazarena, Mons. Pedro Hidalgo; y diversos sacerdotes de la Arquidiócesis de Lima.

viernes, 4 de octubre de 2013

CARTA DEL MINISTRO PROVINCIAL



CARTA DEL MINISTRO PROVINCIAL POR LA FIESTA DE SAN FRANCISCO:

Celebramos la fiesta de San Francisco, el Santo de todos, que se  ha ganado el cariño y la admiración de muchas generaciones, viviendo el Evangelio  y presentando un proyecto de vida  y la fuerza de un testimonio  radical, amoroso y personal.  Su "fraternidad universal", se expresa en su amor por  sus "hermanos" - hombres y mujeres, ricos y pobres, enfermos y sanos, fieles y pecadores,  creyentes y no creyentes, todos los animales y la naturaleza, y nos revela un alma en  la que Dios es indivisible, un alma alimentada por las verdades de la fe y entregada por completo a Cristo.

El papa Francisco y san Francisco de Asís. "Algunos no sabían por qué el Obispo de Roma ha querido llamarse Francisco. Algunos pensaban en Francisco Javier, en Francisco de Sales, también en Francisco de Asís. Les contaré la historia. Durante las elecciones, tenía al lado al arzobispo emérito de San Pablo, y también prefecto emérito de la Congregación para el clero, el cardenal Claudio Hummes: un gran amigo. Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba. Y cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: «No te olvides de los pobres». Y esta palabra ha entrado aquí: los pobres, los pobres. De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís. Después he pensado en las guerras. Y Francisco es el hombre de la paz. Francisco de Asís. Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena. Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre... ¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!

El amor de Francisco hacia Dios, se convierte a su vez en amor a sus hermanos y hacia toda  la creación. El amor por todas las criaturas es el reflejo del amor de Francisco por el Creador. Francisco ha querido adherirse profundamente a Cristo, imitando su vida y su muerte con tal fidelidad, que llega a ser su imagen perfecta. Ha querido seguir las huellas de Cristo y vivir como Él.  Ha buscado su dicha en conquistar a Cristo, poseerle y transformarse en Él. Este fue su principal  objetivo al intentar reproducir los gestos de Cristo y las escenas de su vida.

 En lo referente a su amor por la Iglesia, Francisco tomó a la letra las palabras que le dirigió  el Crucifijo de San Damián: “Vete, repara mi casa, que, como ves, se viene del todo al suelo”.  Con sus propias manos, Francisco reconstruyó y restauró los muros vacilantes de esta iglesia.  Pero su mandato era mucho más vasto y exigente, y Francisco casi sin darse cuenta al principio, lo siguió con fidelidad prodigándose con sus hermanos en la reforma de la Iglesia, por la predicación  y por el ejemplo, siempre en perfecta obediencia a la legítima Autoridad eclesiástica.

En tiempos de Francisco no faltaban quienes querían ser de Cristo pero sin tener a la Iglesia  por intermediaria. Francisco permaneció totalmente ajeno a estos grupos y a sus ideas.  Él veneraba a la Iglesia romana a quien llamaba” nuestra madre” y la consideraba regla de fe. San Francisco “reparó” la Iglesia suscitando un movimiento de reforma que tuvo y sigue teniendo  una influencia benéfica sobre la vida cristiana: sin ponerse contra ella, sin ignorarla, pero permaneciendo como hijo ferviente y obediente. Por ello, la reforma aportó frutos abundantes.

La sociedad de nuestro tiempo, de manera más amplia que en la época de san Francisco,  vive un conflicto delicado, en el campo social,  económico, político y religioso. Y a escala internacional, está agredida por el fenómeno  sangrante del terrorismo, de la guerra y la violación de los derechos humanos. Frente a este horizonte, san Francisco propone de nuevo l hombre de hoy  y a los pueblos la necesidad y urgencia de un diálogo auténtico desde la verdad, la libertad y el amor recíproco.

Esta invitación de san Francisco reviste hoy para nosotros un significado muy especial. El observar con todo el corazón representa un gran compromiso, desde el momento que nos encontramos viviendo  a veces en la prisa, en la confusión de mensajes e información  que veces son contradictorios. La distracción permanente hace difícil a veces la custodia y escucha de la Palabra y la superficialidad de la vida en la que estamos muchas veces  inmersos. El Papa, en Asís, será muy consciente de que ya no es sólo la Iglesia la que hay que reconstruir, sino también el mundo. La Iglesia, hoy, quiere dialogar con el mundo y, de esta manera,  contribuir a encontrar caminos que ayuden a superar la crisis actual y aprender las lecciones que se derivan de ella para el futuro.

A todos los hermanos de la Provincia Franciscana de los XII Apóstoles del Perú, a todos los franciscanos y franciscanas, les deseo: ¡¡¡¡¡ Felices Fiestas del Seráfico Padre San Francisco….¡¡¡¡

Lima, octubre del 2013

                               FR. L. Enrique Segovia Marín, ofm

                                            Ministro Provincial


martes, 1 de octubre de 2013

4 DE OCTUBRE, SOLEMNIDAD DE SAN FRANCISCO DE ASIS


TEXTOS DE LA MISA
DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
Antífona de entrada

Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en honor
de nuestro santo Padre Francisco; los ángeles se alegran de esta solemnidad
y alaban a una al Hijo de Dios.

Oración colecta

Dios todopoderoso,
que otorgaste a nuestro Padre san Francisco
la gracia de asemejarse a Cristo por la humildad y la pobreza;
concédenos caminar tras sus huellas,
para que podamos seguir a tu Hijo
y entregarnos a ti con amor jubiloso.
Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Eclesiástico 50,1-3. 7.

Este es aquel que en su tiempo se reparó el templo,
en sus días se afianzó el santuario.
En su tiempo cavaron la cisterna
y un pozo de agua abundante.
Protegió a su pueblo del saqueo
y fortificó a la ciudad para el asedio.
Qué majestuoso cuando salía de la tienda
asomando detrás de las cortinas;
como estrella luciente entre nubes,
como luna llena en día de fiesta,
como sol refulgente sobre el templo real,
así brilló él en el templo de Dios.

Salmo responsorial Cfr. Sal. 15,1-2a. 5. 7-8. 11.

V/. El Señor es el lote de mi heredad.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

Me enseñarás el sendero de la vida;
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

SEGUNDA LECTURA

En la cruz el mundo está crucificado para mí
y yo para el mundo

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas 6, 14-18.

Hermanos: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo.

Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino criatura nueva. La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre Israel.

En adelante, que nadie me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo está con vuestro espíritu, hermanos. Amén.

SECUENCIA

Ya estás, Francisco, clavado
sobre la cruz redentora.
Triunfas del mundo y la carne
y es de Cristo tu victoria.
El ideal de tu vida
un mundo nuevo jalona,
y el árbol del evangelio
florece con nuevas rosas.
Una cuerda a tu cintura
ciñe tu pureza. Y brotan
las flores por donde pisas
con tus plantas milagrosas.
La pobreza fue tu dama,
la que era de Cristo esposa.
Viuda del primer marido,
de nuevo tú la desposas.
Y en arras cinco rubíes
tu cuerpo llagado adornan.
Cinco ventanas abiertas
por las que el alma se asoma.
La cruz fue el árbol de vida
que te cobijó a su sombra.
Bajo sus ramas abiertas
tus hijos trabajan y oran.
Padre bueno, Padre santo,
de esta familia que implora
tu espíritu, que da vida,
tus virtudes, que dan gloria.
A los que llevan tu nombredales proseguir tu obra.
La semilla aquí sembrada
dará en el cielo sus rosas.

Aleluya
Aleluya, aleluya.
Francisco, pobre y humilde, entra rico en el cielo y es honrado con himnos celestes.
Aleluya.

EVANGELIO

Has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a la gente sencilla

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 11, 25-30.

En aquel tiempo, Jesús exclamó:
-Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido
estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla.
Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y
nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo
y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré.
Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón,
y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga
ligera. PALABRA DEL SEÑOR.

Oración de los fieles

En este gozoso día de fiesta en el que el Señor exaltó a su humilde
siervo Francisco, presentemos con confianza nuestras súplicas y plegarias a
Dios Padre todopoderoso que escucha las oraciones de los humildes.

-Por la santa Iglesia: para que se renueve sin cesar y, guiada
paternalmente por nuestro Papa N. y nuestro Obispo N., anuncie fielmente el
Evangelio a los hombres de hoy.
Roguemos al Señor.
-Por la familia franciscana: para que, siguiendo el ejemplo del Padre
Francisco, sepamos ser humildes y sencillos testigos de Jesucristo, y llevemos
al mundo de hoy el mensaje de paz y bien.
Roguemos al Señor.
-Por todos los pueblos del mundo: para que cesen la violencia, el odioy la guerra, y la paz y la fraternidad universal anunciadas por Francisco
lleguen a todos los hombres.
Roguemos al Señor.
-Por los que sufren en el cuerpo o en el espíritu: para que encuentren
el consuelo y el remedio a sus males y la paz del corazón.
Roguemos al Señor.
-Por los que estamos celebrando esta solemnidad: para que seamos humildes, sencillos y puros, amemos fraternalmente a todos los hombres y a todas las criaturas del universo y, a través de nosotros, siga presente en el mundo de hoy el espíritu de Francisco de Asís. Roguemos al Señor.

Altísimo, omnipotente, buen Señor, escucha la voz suplicante de tus hijos, y, pues prestas oídos a los gritos de los humildes, que podamos obtener de tu bondad los beneficios que hemos pedido. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Oración sobre las ofrendas

Al presentarte, Señor, nuestras ofrendas,
te rogamos nos dispongas
para celebrar dignamente el misterio de la cruz,
al que se consagró nuestro Padre san Francisco
con el corazón abrasado en tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

V/. El Señor esté con vosotros.

V/. Levantemos el corazón.

V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

En verdad es justo y necesario
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios Todopoderoso y eterno.

Porque has llamado
a la más alta perfección evangélica
a tu siervo Francisco
por el camino de la verdadera pobreza y humildad.Encendido en el fuego de tu amor,
te bendijo en la contemplación
de las obras de tus manos
con cantos de júbilo y alegría.

Marcado con las llagas de Cristo,
nos mostraste en él
la imagen de Jesucristo crucificado, Señor nuestro.
Por él los ángeles y los arcángeles
y todos los coros celestiales
celebran tu gloria unidos en común alegría.
Permítenos asociarnos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

Antífona de comunión 1 Pe 4,13

Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.

Oración después de la comunión

Por este sacramento que hemos recibido,
concédenos, Señor, imitar a nuestro Padre san Francisco
en su caridad y en su celo apostólico,
para que gustemos los frutos de tu amor
y nos entreguemos a la salvación de nuestros hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor.

Bendición solemne

El Señor os bendiga y os guarde.
Amén.

Haga brillar su rostro sobre vosotros y os conceda su favor.
Amén.
Vuelva su mirada a vosotros y os conceda la paz.
Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros. Amén.


PALABRAS DEL SANTO PADRE FRANCISCO EN ASÍS ITALIA

VATICANO, 04 Oct. 13 / 11:07 am (ACI )

“Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños’. Paz y bien a todos. Con este saludo franciscano os agradezco el haber venido aquí, a esta plaza llena de historia y de fe, para rezar juntos.

Como tantos peregrinos, también yo he venido para dar gracias al Padre por todo lo que ha querido revelar a uno de estos ‘pequeños’ de los que habla el evangelio: Francisco, hijo de un rico comerciante de Asís. El encuentro con Jesús lo llevó a despojarse de una vida cómoda y superficial, para abrazar ‘la señora pobreza’ y vivir como verdadero hijo del Padre que está en los cielos.

Esta elección de san Francisco representaba un modo radical de imitar a Cristo, de revestirse de Aquel que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. El amor a los pobres y la imitación de Cristo pobre son dos elementos unidos de modo inseparable en la vida de Francisco, las dos caras de una misma moneda. ¿Cuál es el testimonio que nos da hoy Francisco? ¿Qué nos dice, no con las palabras –esto es fácil- sino con la vida?

1. La primera cosa que nos dice, la realidad fundamental que nos atestigua es ésta: ser cristianos es una relación viva con la Persona de Jesús, es revestirse de él, es asimilarse a él.

¿Dónde inicia el camino de Francisco hacia Cristo? Comienza con la mirada de Jesús en la cruz. Dejarse mirar por él en el momento en el que da la vida por nosotros y nos atrae a sí. Francisco lo experimentó de modo particular en la iglesita de San Damián, rezando delante del crucifijo, que hoy también yo veneraré. En aquel crucifijo Jesús no aparece muerto, sino vivo.

La sangre desciende de las heridas de las manos, los pies y el costado, pero esa sangre expresa vida. Jesús no tiene los ojos cerrados, sino abiertos, de par en par: una mirada que habla al corazón. Y el Crucifijo no nos habla de derrota, de fracaso; paradójicamente nos habla de una muerte que es vida, que genera vida, porque nos habla de amor, porque él es el Amor de Dios encarnado, y el Amor no muere, más aún, vence el mal y la muerte.

El que se deja mirar por Jesús crucificado es re-creado, llega a ser una ‘nueva criatura’. De aquí comienza todo: es la experiencia de la Gracia que transforma, el ser amado sin méritos, aun siendo pecadores. Por eso Francisco puede decir, como san Pablo: ‘En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo’. Nos dirigimos a ti, Francisco, y te pedimos: enséñanos a permanecer ante el Crucificado, a dejarnos mirar por él, a dejarnos perdonar, recrear por su amor.


2. En el evangelio hemos escuchado estas palabras: ‘Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón’.

Ésta es la segunda cosa que Francisco nos atestigua: quien sigue a Cristo, recibe la verdadera paz, aquella que sólo él, y no el mundo, nos puede dar. Muchos asocian a san Francisco con la paz, pero pocos profundizan. ¿Cuál es la paz que Francisco acogió y vivió y nos transmite? La de Cristo, que pasa a través del amor más grande, el de la Cruz. Es la paz que Jesús resucitado dio a los discípulos cuando se apareció en medio de ellos.

La paz franciscana no es un sentimiento almibarado. Por favor: ¡ese san Francisco no existe! Y ni siquiera es una especie de armonía panteísta con las energías del cosmos… Tampoco esto es franciscano, tampoco esto es franciscano, sino una idea que algunos han construido. La paz de san Francisco es la de Cristo, y la encuentra el que ‘carga’ con su ‘yugo’, es decir su mandamiento: Amaos los unos a los otros como yo os he amado. Y este yugo no se puede llevar con arrogancia, con presunción, con soberbia, sino sólo se puede llevar con mansedumbre y humildad de corazón. Nos dirigimos a ti, Francisco, y te pedimos: enséñanos a ser «instrumentos de la paz», de la paz que tiene su fuente en Dios, la paz que nos ha traído el Señor Jesús.

3. Francisco inicia el Cántico así: ‘Altísimo, omnipotente y buen Señor… Alabado seas… con todas las criaturas’. El amor por toda la creación, por su armonía.

El Santo de Asís da testimonio del respeto hacia todo lo que Dios ha creado y como Él lo ha creado, sin experimentar con la creación para destruirla; ayudarla a crecer, a ser más hermosa y más parecida a lo que Dios ha creado. Y sobre todo san Francisco es testigo del respeto por todo, de que el hombre está llamado a custodiar al hombre, de que el hombre está en el centro de la creación, en el puesto en el que Dios – el Creador – lo ha querido, sin ser instrumento de los ídolos que nos creamos. ¡La armonía y la paz! Francisco fue hombre de armonía, un hombre de paz.

Desde esta Ciudad de la paz, repito con la fuerza y mansedumbre del amor: respetemos la creación, no seamos instrumentos de destrucción. Respetemos todo ser humano: que cesen los conflictos armados que ensangrientan la tierra, que callen las armas y en todas partes el odio ceda el puesto al amor, la ofensa al perdón y la discordia a la unión. Escuchemos el grito de los que lloran, sufren y mueren por la violencia, el terrorismo o la guerra, en Tierra Santa, tan amada por san Francisco, en Siria, en todo el Oriente Medio, en todo el mundo. Nos dirigimos a ti, Francisco, y te pedimos: Alcánzanos de Dios para nuestro mundo el don de la armonía, la paz y el respeto por la creación.


No puedo olvidar, en fin, que Italia celebra hoy a san Francisco como su Patrón. Y felicito a todos los italianos, en la persona del Jefe del Gobierno, aquí presente. Lo expresa también el tradicional gesto de la ofrenda del aceite para la lámpara votiva, que este año corresponde precisamente a la Región de Umbría. Recemos por la Nación italiana, para que cada uno trabaje siempre para el bien común, mirando más lo que une que lo que divide. Hago mía la oración de san Francisco por Asís, por Italia, por el mundo: ‘Te ruego, pues, Señor mío Jesucristo, Padre de toda misericordia, que no te acuerdes de nuestras ingratitudes, sino ten presente la inagotable clemencia que has manifestado en [esta ciudad], para que sea siempre lugar y morada de los que de veras te conocen y glorifican tu nombre, bendito y gloriosísimo, por los siglos de los siglos. Amén".



NOTA: UN SALUDO FRANCISCANO DE PAZ Y BIEN A TODA LA FAMILIA FRANCISCANA EN EL MUNDO. DE PARTE DE TUS HERMANOS DE LA PROVINCIA FRANCISCANA DE LOS XII APOSTO LES DEL PERÚ.